jueves, 31 de mayo de 2012

Las drogas en la adolescencia (parte 2)



Ya tratamos el tema de las drogas depresivas y las estimulantes, en esta ocasión hablamos de las drogas perturbadoras.

Los perturbadores.

Estas drogas, a largo plazo, alteran considerablemente la personalidad del consumidor, quien puede presentar irritabilidad, síntomas depresivos y dificultad para conformar los elementos de la realidad.

1. La marihuana (canabis)
Conocida comúnmente como mota, la marihuana es la droga más consumid a por los jóvenes. Se fuma o se come (preparada en panques), también se puede presentar en cubos pequeños lo que se conoce como haschisch.

La marihuana contiene THC (tetrahidrocabino) el cual provoca un efecto psicotrópico.
Los efectos de esta droga son variables: una sensación de bienestar y apaciguamiento, muchas ganas de reír, pero cuando se ha consumido por un periodo prolongado, causa una falta de motivación generalizada y el individuo se hunde cada vez más en una especie de pereza.


2. El éxtasis.
Es una droga sintética, un producto específico que está hecho de una mezcla de distintas substancias (anfetaminas, alucinógenos, analgésicos y MDMA), cuyos efectos varían de acuerdo a su procedencia y su concepción: placer, excitación, relajamiento, sentimiento de entender más a los otros y de ser comprendido


3. El LSD.
Es un alucinógeno muy poderoso que modifica el mundo perceptivo del consumidor: puede alucinar, tener distorsiones visuales, sentir variaciones de la percepción del tiempo y del espacio. El efecto es muy intenso y prolongado y es muy probable que quien lo consuma sienta angustia, ansiedad y miedo cuando ya no quieren sentir su efecto, pero no pueden detenerlo; esto es lo que se llama "un mal viaje".

4. La PCP (feniciclidina).
Es una droga alucinógena que se vende en las calles. Sus efectos son parecidos al LSD (aunque menos intensos) pero serios y devastadores. Es fácil de producir en laboratorios clandestinos y desgraciadamente de bajo costo.
5. Hongos alucinógenos.

Pueden presentarse frescos o secos. Sus efectos duran hasta ocho horas y son similares al los del LSD. 




 

  Como descubrir si su hijo consume drogas.

En lo que al alcohol y al tabaco concierne las señales nos son muy conocidas.Para saber si su hijo consume, es importante considerar la situación en su conjunto.
Algunos señales de consumo son:

a) Objetos encontrados: En el caso de la marihuana, el papel para hacer cigarros, bolsitas de plástico resellables (ziploc), cuchillo de cocina con las puntas quemadas, pipas pequeñas, gotas para ojos irritados, pinzas pequeñas, botellas de plástico o latas con la base agujerada. Para la cocaína y la heroína: espejos pequeños, popotes, jeringas.
b) Señales físicas: ojos enrojecidos, pupilas dilatadas, dificultad para hablar, boca y garganta seca o irritados, olor en el aliento y la ropa a marihuana.
c) Señales del comportamiento: se aísla con más frecuencia, llamadas telefónicas extrañas, cambio de grupo de amigos, bajo rendimiento escolar, abandono de actividades que antes le interesaban, iritabilidad, desaparición de objetos de valor o dinero.

Si tienen sospechas, pero no están seguros, no cometan el error de revisar su habitación, leer su diario o espiar sus conversaciones; ya que lo único que provocarán es romper la confianza y comunicación que hay con su hijo. Ante la duda lo mejor será hablar del asunto con su hijo, llevar a cabo una buena conversación para conocer la historia completa a profundidad. En caso de que su hijo no sea consumidor, la plática puede servir para reafirmar sus posturas en cuanto al uso de drogas. En caso contrario, si el chico tiene este problema pero lo niega, al menos sabrá que ustedes están pendientes de él es posible que disminuya su consumo.

Llegado el momento, elijan una atmósfera propicia para la comunicación, no lo discuta delante de terceros ni lo bombardee con preguntas. Sean directos con él, abran un dialogo no una inquisición o un interrogatorio policíaco; escúchenlo con atención para que confíe en ustedes; no lo culpen, juzguen o condenen, respeten su ritmo.

-Amen a su hijo.
-Escúchenlo.
-Respétenlo.
-Limiten sus excesos.
-Tengan confianza en él.
-Eviten centrase solo en la substancia.
-Vean a su hijo en todo su conjunto.
-Sean claros y coherentes con ustedes mismos y con su pareja.
-Prediquen con el ejemplo, no usen solo palabras.


-Atrévanse a hablar de los temas difíciles.
-Nombren y establezcan limites.
-Eviten centrar su intervención únicamente en el control.
-Otórguenle a su hijo el derecho a equivocarse y a aprender de    sus errores.
-Denle espacio y tiempo al cambio.

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