sábado, 12 de mayo de 2012

Comprendiendo al adolescente.

Cualquiera que tenga en casa hijos adolescentes, sabrá que no es nada fácil convivir con ellos. El orden, la disciplina, la higiene, los horarios, la moda, etc. son con frecuencia motivos de interminables discusiones entre padres e hijos.
Atrapado entre la infancia y la adultez, para el adolescente una sexualidad sin resolver y la falta de una ocupación productiva, pueden ser un verdadero problema.

En el paso a su condición de adulto, el adolescente se encuentra dotado de una sexualidad que no tiene permitido ejercer, que se le censura y hasta prohibe; a esto hay que añadirle los sentimientos de culpa que le deja la familia, la religión y la cultura.
Bajo estas presiones, la sexualidad de los jóvenes se transforma en una maraña de síntomas patológicos acompañados de silencio y prejuicios. Es  necesario que acabemos con ese silencio hipócrita, con la negación, los tabúes y los prejuicios que se tienen al respecto de la sexualidad del adolescente; es precisamente ésta actitud ciega y sorda la que le genera conflictos emocionales.

Con una apropiada y cuidadosa información acerca de las funciones fisiológicas, de su sexualidad, de anticoncepción y de higiene, se podría disminuir la tasa de embarazos entre las adolescentes, las enfermedades de transmisión sexual, así como  sus dramáticas y lamentables consecuencias.
Los jóvenes bien informados, especialmente las chicas, administran con mayor grado de madurez y cuidado su iniciación sexual.

No condenen a sus hijos a la pasividad, a la dependencia económica, afectiva y social cuando la adolescencia puede ser la etapa más rica y más productiva de su desarrollo, ya que es justo en ella que su potencial intelectual, físico y sexual está en pleno apogeo. Ese estado de frustración por depender de sus padres los desmotiva y empobrece justo cuando están empezando a llegar a la vida adulta. Ustedes, sus padres, que para ese momento ya no tienen su energía al 100, no estarán en condiciones de resolverles el futuro a sus hijos, esto solo los hace psicológicamente inválidos y dependientes cuando son ellos los que aun tiene toda su energía disponible.

Deben tener en cuenta que la siembra comienza desde el nacimiento, en el amamantamiento, en la crianza diaria, en el amor, en un hogar que procure paz, seguridad y confianza; es toda una inversión de tiempo y paciencia (sobre todo, paciencia), de comprensión, de tolerancia y de calidad del vínculo familiar. 
           
Pero la adolescencia es la temporada de cosecha. Si han sembrado bien y cuidado sus retoños... por sus frutos los reconocerán.

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