martes, 2 de octubre de 2012

Disfrutando los momentos de ocio.


Actualmente, el exceso de actividad está sobrevalorado, más aun en una sociedad como la nuestra, pues se tiene la creencia de que "estar muy ocupado" o "tener mucho trabajo" es sinónimo de "tener éxito".



Y lo mismo sucede con los niños. 

Los padres están empeñados en llenar su tiempo con más y más actividades para que "se desarrollen favorablemente". Es cierto que practicar un deporte o aprender a tocar un instrumento musical es benéfico para los niños, pero en realidad los están privando de algo que puede ser muy valioso para ellos: el placer de tomarse un tiempo sin hacer nada.  


Para empezar, los horarios de las escuelas preescolares y primarias ya tienen más horas de clase que las que puede tener un universitario; a eso agreguen las tareas, las clases extracurriculares (natación, karate, danza, piano, etc.), y ni hablar del fin de semana, muchos padres se "surten" de todo tipo de cosas para tener "entretenidos" a sus hijos (libros con actividades y para colorear, juegos de mesa,...) ¿y al final del ciclo escolar? los inscriben a campamentos, cursos de verano, talleres, etc. para que "no estén en casa sin hacer nada".

Hasta parece que el tiempo libre es peligroso, no vaya a ser que se cumpla aquello de que "la ociosidad es la madre de todos los vicios", de hecho, hay padres que, si  ven a su hijo tranquilamente  en algún  rincon de casa, lo regañan con el clásico "¿Qué haces ahí sentado sin hacer nada?". Y lo mismo pasa con la televisión. Ciertamente, es muy recomendable e importante que los padres estén atentos al contenido de los programas que ven sus hijos, pero en muchos casos caen en la exageración de  prohibirles que vean programas o dibujos animados que no sean de corte "educativo" y/o "cultural". Seamos sinceros, la verdad es que no siempre estamos de humor para pensar,  reflexionar o hacer un análisis del programa, solo deseamos divertirnos y pasar un rato agradable.

Un buen rato de "pereza" nos permite recuperar nuestra energía, conocernos a nosotros mismos, disfrutarnos y disfrutar la vida. Sin embargo, los niños están tan acostumbrados a una vida frenética, que por desgracia no soportan la inactividad y es frecuente escucharlos decir a sus padres "¡estoy aburrido!", lo cual es motivo de alarma para muchos padres.

Den a sus hijos las herramientas para manejar el aburrimiento, tiempo y espacio suficientes para encontrar por sí mismos una ocupación, la que les guste a ellos, sin obligarlos ni presionarlos, ya que de eso se trata el tiempo libre, de disfrutar el momento; o simplemente para no hacer nada, para pensar o no pensar, para imaginar o para seguir el vuelo de la mosca que pasó o la fila de hormigas que marcha por el  jardín.









Denles tiempo para disfrutar, de vez en cuando, del placer de no hacer nada, no críen una generación que espera que siempre la entretengan.


domingo, 23 de septiembre de 2012

El saludo.






Es común que los niños se sientan abrumados cuando conocen gente nueva, ya sea un pariente lejano o un amigo de sus padres.
A los padres les preocupa que sus hijos se comporten educadamente y se sienten apenados si el niño se esconde detrás de ellos cuando un adulto trata de saludarlos.





¿Qué hacer? 

Para empezar, quítense de la cabeza que saludar implica besar o abrazar, pues para los niños 
acercarse a besar a alguien que no conocen puede resultar muy incomodo (aunque sea la simpática tía Chonita a la que no hemos visto en años). 

Esta es una lección de vida que no debería fingirse solo por el deseo de los padres de quedar bien con esa persona.









Hablen con sus hijos y háganles ver que saludar es una regla de cortesía y que es importante que lo hagan al llegar a algún sitio o al recibir visitas, pero que pueden hacerlo de diferentes formas: diciendo "hola", estrechando la mano o dando un beso; de la forma en que ellos se sientan cómodos, estará bien.


También háganles saber que comprenden que a veces les cuesta trabajo conocer gente nueva o ver a personas que no recuerdan, pero que ustedes  confían en que la próxima vez se comportarán más adecuadamente.







De ser posible, preparen a sus hijos cuando sepan que se encontrarán con alguien que no conocen o no recuerdan, platíquenles  acerca de ésta persona y pónganse de acuerdo con ellos sobre la manera en que desean saludarla: de mano, con un beso, o simplemente diciendo ¡Hola!




jueves, 20 de septiembre de 2012

La importancia de los cuentos.



 ¿Quién no recuerda los cuentos de sus infancia? Esos cuentos que alimentaron nuestra imaginación y que incluso fueron parte de nuestra formación  como personas. Sí,  por que los cuentos no solo sirven para entretener, y en estos tiempos en los que los niños parecen haber perdido la inocencia, los cuentos pueden devolverles la posibilidad de vivir una infancia autentica tan necesaria para su adecuado desarrollo personal.

 A algunos padres a veces les preocupa la crueldad de algunos personajes en los cuentos, pero no debe ser así, pues los niños no perciben la crueldad de la misma manera que nosotros los adultos, ya que no la racionalizan comparándola con la realidad, pues para ellos es solo un cuento. La realidad de los cuentos tiene un significado simbólico, hablan de una experiencia interior y no del mundo real. 

Las historias y los cuentos ayudan a los niños a canalizar emociones y sentimientos y, además, sus personajes son útiles para asignar una imagen a lo que el niño teme o le causa angustia. Las versiones "rosas" de algunos cuentos clásicos solo consiguen que al niño le cueste trabajo enfrentarse a la realidad que en nada se parece a estas versiones modificadas o "endulzadas" (tal es el caso de las películas de dibujos animados que están basadas en algunos cuentos clásicos).




Los cuentos dan respuestas, ofrecen opciones para superar algunos conflictos y para la mente de los niños, son  como espejos en los que reflejan sus dudas acerca de la vida real, por ejemplo, actualmente hay historias que ayudan a la comprensión de realidades propias de cada etapa del  desarrollo infantil, como la sexualidad, la llegada del nuevo hermanito, los cambios de su cuerpo, etc. dichas historias facilitan a los padres la tarea de abordar estos temas con sus hijos.

Por si fuera poco, la lectura  o narración de cuentos estimula ciertas habilidades como el manejo del tiempo, la organización de hechos en una secuencia coherente, la capacidad de análisis, la comprensión de lectura, la atención y la concentración,  etc. Estas habilidades ayudan al adecuado aprovechamiento escolar gracias al aprendizaje de la comprensión y la deducción. 

Sin importar si el cuento tiene un final feliz o no, el niño lo necesita para corroborar que los "buenos" y los "justos" siempre ganan y para aprender valores éticos, ya que su mente empieza a adaptarse a la incoherencia del mundo real donde, por desgracia,  no siempre es así. Por otro lado, los personajes "todopoderosos" como las brujas, hadas, hechiceros, etc.) juegan con el deseo del niño de realizar cosas increíbles y lo ayudan en su necesidad de comprender lo que a sus ojos es tan misterioso.

Y aun más, leer cuentos provoca anclajes positivos en la mente del niño, es decir, las buenas sensaciones de los momentos de lectura junto a sus padres serán recuperados más tarde como el recuerdo de una hermosa experiencia; por lo que la lectura en familia fortalece también el vínculo afectivo y, por lo tanto, la autoestima del niño se ve favorecida.

Los cuentos ayudan a los niños a dejarse llevar por la imaginación, lo cual es muy importante ya que ellos necesitan fantasear mientras aun son niños. Los cuentos posibilitan que los pequeños completen una parte muy importante y necesaria para su desarrollo, como niños que un día serán adultos.


Leer o contarles cuentos e historias también es una forma de expresar el amor de los padres hacia sus hijos.     

Jugando con los cuentos.

Los padres pueden realizar varias actividades con sus hijos después de haberles leído el cuento:

Completar la historia. Pueden contarle la mayor parte del cuento y después invitar al niño a que el termine el resto o que proponga un final. Con esto el niño verá que su opinión e ideas son importantes y tomadas en cuenta y que puede expresar sus preferencias.

Hacer representaciones. Jueguen a representar algunas partes del cuento o a imitar lo que hacen los personajes que más les gustaron. 

Cambiar el cuento.  Después de narrarle la historia, pregúntele que cosas le gustaría cambiar o que cosas quitaría. Con esto, el niño podrá expresar sus sentimientos, su sensibilidad, lo que le asusta, lo que le angustia, etc. y a ustedes como padres les permitirá conocer más a fondo a su hijo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Mejorando la comunicación con los hijos.



La comunicación  es algo más  que solo palabras. No es nada más lo que decimos, sino la forma en que lo decimos ya que también nos comunicamos a través de miradas, sonrisas, gestos, e incluso con el silencio.

La comunicación es un elemento clave  en el sano crecimiento de los niños, pues los ayuda a desarrollar la confianza en sí mismos y a afirmar sus relaciones con los demás; además de que favorece que lleguen a ser adultos con buenos sentimientos de sí mismos y capaces de comunicarse positivamente con los demás.
Una buena comunicación conduce a relaciones cálidas, cooperación y a una adecuada autoestima; por el contrario, una pobre comunicación  lleva a relaciones frustrantes, a conflictos y a sentimientos de inutilidad.

Por lo general, los padres tratan de mantener una buena comunicación cuando les dan instrucciones o les advierten de algún peligro a sus hijos; sin embargo, en ocasiones la comunicación se puede ver afectada cuando los sentimientos están involucrados.
Pero ¿qué sucede cuando las palabras, las ideas y los sentimientos llegan a los oídos de los niños? ¿Cómo interpretan lo que escuchan de sus padres, especialmente los más pequeños? 
Para lograr una adecuada comunicación con los niños, las siguientes tácticas pueden serles de utilidad, úsenlas tomando en cuenta  sus propias experiencias y el conocimiento que tiene de sus hijos:

Aceptación.

Si un niño se siente y se sabe aceptado tal cual es, se siente bien consigo mismo y en consecuencia se llevará mejor con los demás. Esto hace más fácil conversar con ellos y que nos compartan sus sentimientos y problemas. No obstante, debemos tener en cuenta que aceptar al niño no implica que lo aprobemos cuando presenta conductas negativas.
Un ejemplo de aceptación puede ser que cuando el niño tiene miedo a la oscuridad  le demos la opción de dejar una lamparilla encendida, en lugar de enojarnos con él o regañarlo.

Abriendo puertas.

Esto no es más que hacerle una invitación al niño a que nos diga más, con lo que le damos a entender que realmente lo estamos escuchando y, por lo tanto,  dándole importancia y respeto.

Escuchar con atención.

Si es posible, suspenda un momento lo que está llevando a cabo en ese momento para escuchar lo que su hijo tiene que decir. Si realmente está muy ocupado, dígale que lo hablaran más tarde (y en verdad hágalo), pero nunca finja que lo está escuchando.

“Mensajes tú”.

Con estos mensajes pueden describir los sentimientos del niño y darle la pauta de que los exprese más abiertamente:
“tú estas molesto porque perdieron el partido”
“Tú estas triste porque la abuela no vino a casa”
Cuando los niños pueden expresar libremente sus sentimientos negativos, éstos parecen desaparecer de inmediato.

Diga “haz”.

Esto significa que traten de decirles  “que hacer” en lugar de  decirles “que no hacer”. Por ejemplo, “Guarda tu suéter” en lugar de “¡No arrastres el suéter!”; “Cierra con cuidado la puerta” en vez de “¡No azotes la puerta!”.

Hable “con ellos” en lugar de hablarles “a ellos”.

Hablar “con” implica que escucharemos también lo que el niño tiene que decir, de otra forma, hablar “a” resultaría una conversación unilateral como cuando le dan alguna instrucción para que él la siga y ya.

Usando “mensajes yo”. 

Estos no son más que declaraciones de hecho acerca de  la persona que habla. A través de ellos se puede transmitir al niño creencias y sentimientos, es decir, le dicen al niño como se siente el que habla a causa de su conducta, y  le dan la pauta para responsabilizarse  de sus acciones y de hacer algo al respecto. Por ejemplo,  en lugar de decir al niño algo como “mira que desorden hiciste”, expresar algo como “en este momento necesito ayuda para recoger esto”. Sin embargo, no es recomendable usar  “mensajes yo”  para expresar enojo.

Asegúrense de que los están escuchando. 

A veces los niños se concentran mucho en sus juegos y actividades, por lo que, antes de empezar a hablarle, llámeles por su nombre y una vez que tenga la atención de los niños comience a hablarles.

Denles instrucciones sencillas y claras. 

Especialmente a los más pequeños pues se les dificulta recordar toda una serie de ordenes.

Usen un tono de voz adecuado. 

El tono de voz debe estar acorde con el mensaje que van a transmitirle a los niños, especialmente si se trata de cosas importantes. Hablen con firmeza y denle a los niños la razón de lo que están pidiéndole, por ejemplo, “Ponte el suéter, así estaremos listos para salir”

Háblenles a los ojos. 

La comunicación mejora si hay contacto visual, por lo que será necesario que se inclinen para estar al nivel de los ojos del niño. ¿Se han puesto a pensar cómo los miran sus hijos? Ellos tienen que echar la cabeza atrás para poder mirarlos a los ojos, lo que les resulta incomodo. 

Hablen con cortesía. 

Es el primer paso para que un niño aprenda a ser cortés.

Hablen con gentileza.

Con palabras amables obtendrán resultados muy positivos: los niños se comportan mejor, y tratan de poner más empeño en lo que hacen. Además, las palabras amables comunican amor y respeto. 



jueves, 30 de agosto de 2012

Fomentando la autoestima en los niños.




  ¿Qué es la autoestima?


Es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos física, mental y espiritualmente y que forma nuestra personalidad.

Cuando tenemos una buena autoestima nos consideramos valiosos y competentes y no nos sentimos vulnerables cuando necesitamos ayuda.
A partir de los cinco años los niños comienzan a formarse un concepto de cómo los ven sus mayores (padres, maestros, etc.) y sus pares (compañeros y amigos) y por lo tanto su desarrollo está vinculado, entre otras cosas, a los valores sociales; mientras más significativa sea para él una persona, mayor valor tendrá su opinión y mayor será la influencia en la percepción que se va formando de sí mismo.


En la conformación de la autoestima influyen factores de diversos tipos, tales como los personales (la imagen corporal, las habilidades físicas e intelectuales), las personas significativas como los padres, hermanos, profesores o los amigos, y los factores sociales como los valores, la cultura, las creencias, etc. Por ejemplo, si la honestidad, la buena apariencia física y las habilidades para los deportes son bien admitidos en un grupo y el niño los posee, entonces se le facilitará una buena autoestima, aunque también es importante para él la crítica y la consideración que reciba de los adultos, sobre todo de los más cercanos a ellos.

Los padres deben estar atentos a ciertos comportamientos para saber de que manera apoyar a sus hijos.

Indicadores de una adecuada autoestima.

  • Acepta  con facilidad y se enfrenta a nuevos retos, aprendizajes y actividades.
  • Se responsabiliza de sus propios actos.
  • Confía en sí mismo y en sus capacidades.
  • Muestra una actitud cooperadora.
  • Tiene una buena autocrítica y aprende de sus errores.


Indicadores de una baja autoestima.

  • Evade tareas o actividades, ya sean físicas, intelectuales o sociales, por miedo a fracasar.
  • Miente con frecuencia y  culpa a otros.
  • No confía en sí mismo y, por lo tanto, cree que no tiene control de las situaciones que se le presentan.
  • Puede ser agresivo o excesivamente tímido.
  • Tiene baja tolerancia a la frustración.



Lo que los padres pueden hacer para fomentar la autoestima en sus hijos.


Elogie a sus niños. Hágalo de forma específica y con sinceridad, ya que de otra forma, los elogios tendrán un efecto negativo. Concéntrense en los aspectos positivos que tengan los niños más que en los negativos. Las críticas severas y el rechazo disminuyen la autoestima.

Trate a sus hijos con respeto. Los niños merecen el mismo respeto que sus padres exigen de ellos. Poner cuidado en lo que le dicen a sus hijos y en cómo lo dicen es muy importante, por ejemplo, pedir las cosas con un “por favor” y recibirlas con un “gracias”, de la misma forma que ustedes esperan que sus hijos lo hagan. 

No exija perfección. Para los niños es importante saber que sus padres los aman y aceptan tal y como son, esto les ayuda a sentirse seguros de si mismos y a desarrollar una imagen positiva. Recuerde, nadie es perfecto.

Escuche a sus hijos. Hágalos sentir que sus preguntas y opiniones también son importantes. Escuchen y respondan a sus peguntas lo más claramente posible, así mismo, reconozcan cuando no sepan la respuesta, averígüenla juntos.

Favorezcan que sus hijos tomen decisiones por sí mismos. La toma de decisiones es una habilidad muy importante que debemos poseer desde pequeños. Cuando el niños toma una decisión, es importante que los padres le exijan que la haga cumplir y que se enfrente a las consecuencias de ésta.
Algunos juegos ayudan a que los niños adquieran esta habilidad, como por ejemplo los juegos donde el niños tiene que hacer una estrategia para lograr su objetivo.

Denles responsabilidades. Las responsabilidades hacen saber a los niños que sus padres confían en ellos y en sus capacidades, además de que los hace madurar.

Fomente sus intereses y habilidades. Permitan que participen en actividades que además de divertidas sean de su interés y en las que puedan sobresalir. 

Evite la sobreprotección
Cero sobreprotección. Es cierto que ningún padre  desea ver a sus hijos fracasar, pero es muy importante que los niños aprendan  que todos fracasamos en más de una ocasión. Sobreprotegerlos, solucionarles sus problemas y quitarles todas las piedras del camino, lejos de ayudarlos, los hará inseguros, intolerantes a la frustración y dependientes de otros.

Eviten actitudes de culpabilidad.  De nada sirve inculpar a alguien por algo que ya está hecho. Es suficiente con señalarle el error y animarlo a que no lo vuelva a cometer.

No los corrijan enfrente de los demás.

No les exijan cosas que aun no es capaz de hacer. Es importante tener en cuenta la edad  del niño y el nivel de desarrollo de sus capacidades.

Encáucelos cuando se enfrente a algún obstáculo. Sólo proporcione información verbal, de esta manera evitará caer en la sobreprotección.

Motívenlos a actuar por su cuenta y a aceptar los riesgos que esto conlleva. Los niños deben aprender que los fracasos, si bien  no son positivos, tampoco son una tragedia. Lo mejor será analizar el fracaso para corregirlo en el futuro.





viernes, 24 de agosto de 2012

Rutinas y hábitos ¿Por qué son tan importantes?

El orden, las rutinas y los buenos hábitos deben ser enseñados desde los primeros años de la infancia, ya que de esta manera los niños organizan su conducta, anticipan lo que vendrá y se preparan para ello.
Para que los niños aprendan hábitos y rutinas es muy importante tener en cuenta el orden y la secuencia de las acciones que los padres desean que sus hijos aprendan.
En este sentido, cabe señalar que el orden de los factores altera el producto, ya que si no hay un orden, una misma secuencia en la rutina, el aprendizaje del niño se verá afectado. Aunque se puede ser un poco flexible en cuanto a los horarios (los cuales pueden variar un poco de acuerdo a las actividades de cada día), la secuencia de la rutina se debe mantener siempre igual, ya que de otra manera el niño puede sentirse confundido e inseguro.

 ¿Cómo aprenden los niños pequeños?

Los niños en sus primeros cinco años aprenden de manera casi involuntaria y subliminal; para cada estímulo que se les presente habrá una respuesta. Y en el caso de las rutinas es igual,  por ejemplo, cuando el niño ve que preparamos la mesa y lo mandamos a que se lave las manos, él sabe que ya es hora de la comida; si después del baño le ponemos la pijama, le estamos dando la pauta de que se prepare para dormir. Los niños aprenden esto de manera rápida ya que asocian una serie de estímulos con una respuesta, y seguir la misma secuencia le permite no solo aprender la rutina, sino  que también le permite controlar el lugar y el tiempo.


Si los padres son desorganizados y no siguen siempre el mismo orden en las rutinas, los niños se sentirán desorientados y no sabrán cuando prepararse para lo que se espera de ellos, por ejemplo, si  un día le ponemos la pijama y lo mandamos a dormir, pero al siguiente después de ponerle la pijama dejamos que el niño haga cualquier actividad que desee por un buen rato antes de mandarlos a la cama, la conducta del niño se desorganizará y con seguridad los padres se quejaran después de que tienen un hijo "desobediente".

¿Por qué se hace tanto énfasis en la adquisición de rutinas a temprana edad?


La razón es que, entre los tres y cinco años de edad, la capacidad de memoria juega un papel muy importante en el aprendizaje, pues es en éste periodo que la memoria es mucho más elevada y favorece que el niño aprenda, memorice y automatice hábitos de higiene y de estudio además de pautas de conducta, con mucha más facilidad; así, si los hábitos y rutinas están adecuadamente establecidos en los primeros cinco años de vida, el niño, cuando esté en edad escolar, podrá  ocupar su capacidad de memoria en la adquisición  de otros aprendizajes de mayor trascendencia.


La importancia del sueño.
Si tenemos presente que las emociones tienen un sustento hormonal, veremos que la sincronización hormonal repercute en el desarrollo psicológico. Un niño que tiene una adecuada estabilidad hormonal tendrá, por lo tanto, una adecuada estabilidad emocional y psicológica.
Para conseguir ésta sincronización hormonal que, a su vez, favorecerá  un buen ritmo emocional, es fundamental que el niño tenga periodos adecuados y estables de vigilia y sueño, ya que el sueño regula la sincronización  hormonal. 

Durante la primera fase de sueño (las tres primeras horas a partir de que llega la noche) aumentan las secreciones hormonales importantes, como el cortisol, la hormona del crecimiento, la melatonina, el potasio, el magnesio, entre otras. Si esta situación se ve afectada porque el niño no duerme a su hora ni las horas correctas, habrá una desincronización que afectará su estado emocional y los biorritmos psicológicos; en consecuencia, el niño  puede estar distraído, intolerante y es posible que  presente de forma alternada momentos de calma con otros de irritabilidad, por ejemplo, ante situaciones cotidianas que normalmente tomaría con calma y naturalidad,  puede reaccionar de forma alterada.

Mientras más temprano se le enseñen al niño los hábitos de orden, alimentación, higiene y sueño, más fácilmente el  niño logrará una relación consigo mismo, se adaptará  a su mundo habitual e integrará la realidad que lo rodea. 
Recuerden que los niños se adaptan con más facilidad al orden que al desorden, pues el orden les ofrece una seguridad emocional.

A medida que crecen, se deben ir ampliando sus pequeñas responsabilidades diarias, con lo que conseguiremos que se hagan más responsables e independientes: sus tareas domesticas, las tareas escolares, que aprenda a tener listo el material que va a necesitar en la escuela al día siguiente, acordarse de comunicar a sus padres los recados del profesor, etc.

El orden es la base para el sano desarrollo emocional e intelectual de los niños y si hay una adecuada estructura familiar, constancia y disciplina, los resultados serán muy positivos.





viernes, 17 de agosto de 2012

Hablando con los niños acerca de sexualidad.






No hay una edad para hablarles a los niños acerca de sexualidad, pero es recomendable hacerlo desde sus primeros años de infancia; aunque, de hecho más tarde o más temprano, sus hijos empezarán a hacer preguntas sobre sexo. 
Este tema preocupa mucho a los padres de familia y no existe una receta “mágica” para hablarles a los hijos de sexualidad ya que cada caso es distinto y cada niño hará diferentes preguntas. Lo importante es que los padres mantengan una actitud positiva ante sus hijos, mantenerse firmes, jamás inventar o mentir, no evadir la pregunta y no contestar más de lo que su hijo pregunte. Lo ideal es hablarle del tema poco a poco, es decir, en la medida en que vaya manifestando su curiosidad. Para averiguar qué grado de información tiene y cuál es el que necesita, empiecen por hacerle ustedes las preguntas (¿por qué quieres saber?, ¿Dónde escuchaste eso?, etc.) y en función de sus respuestas, te darás cuenta de lo que sabe y de lo que debes contarle para satisfacer su curiosidad.

Pueden empezar a hablar de sexualidad con su hijo desde el momento en que él comience a conocer su cuerpo y a nombrarlo, pero es muy importante que cada parte de su cuerpo tenga un nombre y no un "apodo". Si se habla de cabeza es cabeza, de mano es mano, de pene es pene, y así siempre con la finalidad de que el niño no se sienta confundido. 

De hecho, los niños comienzan a recibir los primeros mensajes de sus padres sobre sexualidad desde el momento en que nacen. Los niños aprenden a pensar y a sentir acerca de su cuerpo y su comportamiento sexual a partir de aquello que nosotros los adultos hacemos y decimos: por la manera en que los sostenemos, en que les hablamos, en que los vestimos, lo que les enseñamos (a las niñas se les enseña a ser coquetas, a ser más dóciles y cariñosas, por el contrario,  a los niños se les permite ser más rudos, "los niños no lloran ni juegan con muñecas", etc. ), las palabras para hablar sobre sus partes del cuerpo, la manera en que les transmitimos la información sobre su comportamiento y la manera en que nos comportamos delante de ellos. 


¿Cuál es el momento adecuado? 


No es necesario sentarse con el niño y “ponerlo al tanto de todo” en ese momento, si prestamos atención, podemos encontrar momentos cotidianos en nuestras vidas que pueden servir para iniciar conversaciones sobre estos temas, por ejemplo, en nuestro programa de televisión favorito puede presentar a un personaje que esté atravesando la pubertad, nuestra vecina o amiga puede estar embarazada. Esto es lo que podemos llamar “momentos útiles para la enseñanza”. 
Dediquen un tiempo a tratar de reconocer estos momentos útiles para la enseñanza que les proporcionan oportunidades para hablar de sexo y sexualidad con su hijo y piensen sobre sus propias opiniones y valores respecto de estos temas y de qué manera pueden expresarlos con claridad para que su hijo los comprenda. 
Llegado el momento, no permitan que el miedo y la inseguridad se interpongan en el camino. Traten de ser abiertos y accesibles para tratar estos temas, aunque esto puede ser todo un desafío, pero si nuestros hijos nos preguntan sobre algo que no sepamos simplemente podemos responder: “No lo sé, pero ¿por qué no lo averiguamos  juntos?”. 


Los niños tienen diferentes dudas sobre el sexo según la edad que tengan y se debe tener en cuenta, también, que su capacidad para comprender los conceptos es distinta, al igual que su atención y concentración. 
Si su hijo de cinco años le pregunta: “¿Qué significa dar a luz?”, es posible que su respuesta sea: “Cuando un bebé nace”. Si su hijo de 10 años le hace la misma pregunta, su repuesta será más detallada y probablemente comience diciendo: “Después de que un bebé crece durante nueve meses en el útero de la mujer…”.  

Es importante, también, hablar con ellos sobre nuestras creencias y valores y porqué las seguimos. Tómense su tiempo para comprender sus propios valores, sentimientos y creencias, pero nunca pretendan que sus valores son hechos reales, por ejemplo, decir “No se puede confiar en los chicos en una cita” no es un hecho real sino un juicio de valor. Esto es algo que como padres deben considerar y no contradecirse, ya que  muchos adolescentes se ven afectados por los valores de sus padres, por ejemplo, cuando los padres comparten sentimientos positivos sobre los métodos anticonceptivos, los adolescentes están más predispuestos a ser cuidadosos al iniciar su vida sexual. 

Ventajas de una adecuada educación sexual. 


  • Comprender la sexualidad ayuda a los niños a enfrentar sus sentimientos. 
  • Los ayuda a asumir el control de sus vidas y a tener relaciones afectuosas positivas. 
  • También los ayuda a protegerse contra el abuso sexual, y evita que se conviertan en abusadores sexuales. 
  • Otra ventaja de charlar con los hijos sobre sexo es aumentar la intimidad y la afectividad entre padres e hijos,  ya que esto abre caminos para que se pueda discutir en casa sobre cualquier cosa y da al niño la seguridad de que puede confiar en sus padres y ellos en él.

 En el caso de los jóvenes, estos son menos propensos a correr riesgos sexuales si tienen:

  • Una visión positiva sobre la sexualidad. 
  • Información necesaria para cuidar su salud sexual. 
  • Claridad acerca de sus propios valores y comprensión de los valores de sus familias. Autoestima y confianza en sí mismos. 
  • Habilidades en el trato con otras personas, como seguridad en sí mismos y capacidad para tomar decisiones. 
  • Una percepción de que sus acciones tienen consecuencias. 


Recuerde que sus hijos aprenden a través de la observación, de manera que la forma en que ustedes se expresan por medio de sus gestos es tan importante como lo que dice. Por ejemplo, mostrar cariño con un abrazo o un beso les demuestra que usted es una persona abierta y que valora la estrecha relación que comparten. 

 
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