miércoles, 5 de septiembre de 2012

Mejorando la comunicación con los hijos.



La comunicación  es algo más  que solo palabras. No es nada más lo que decimos, sino la forma en que lo decimos ya que también nos comunicamos a través de miradas, sonrisas, gestos, e incluso con el silencio.

La comunicación es un elemento clave  en el sano crecimiento de los niños, pues los ayuda a desarrollar la confianza en sí mismos y a afirmar sus relaciones con los demás; además de que favorece que lleguen a ser adultos con buenos sentimientos de sí mismos y capaces de comunicarse positivamente con los demás.
Una buena comunicación conduce a relaciones cálidas, cooperación y a una adecuada autoestima; por el contrario, una pobre comunicación  lleva a relaciones frustrantes, a conflictos y a sentimientos de inutilidad.

Por lo general, los padres tratan de mantener una buena comunicación cuando les dan instrucciones o les advierten de algún peligro a sus hijos; sin embargo, en ocasiones la comunicación se puede ver afectada cuando los sentimientos están involucrados.
Pero ¿qué sucede cuando las palabras, las ideas y los sentimientos llegan a los oídos de los niños? ¿Cómo interpretan lo que escuchan de sus padres, especialmente los más pequeños? 
Para lograr una adecuada comunicación con los niños, las siguientes tácticas pueden serles de utilidad, úsenlas tomando en cuenta  sus propias experiencias y el conocimiento que tiene de sus hijos:

Aceptación.

Si un niño se siente y se sabe aceptado tal cual es, se siente bien consigo mismo y en consecuencia se llevará mejor con los demás. Esto hace más fácil conversar con ellos y que nos compartan sus sentimientos y problemas. No obstante, debemos tener en cuenta que aceptar al niño no implica que lo aprobemos cuando presenta conductas negativas.
Un ejemplo de aceptación puede ser que cuando el niño tiene miedo a la oscuridad  le demos la opción de dejar una lamparilla encendida, en lugar de enojarnos con él o regañarlo.

Abriendo puertas.

Esto no es más que hacerle una invitación al niño a que nos diga más, con lo que le damos a entender que realmente lo estamos escuchando y, por lo tanto,  dándole importancia y respeto.

Escuchar con atención.

Si es posible, suspenda un momento lo que está llevando a cabo en ese momento para escuchar lo que su hijo tiene que decir. Si realmente está muy ocupado, dígale que lo hablaran más tarde (y en verdad hágalo), pero nunca finja que lo está escuchando.

“Mensajes tú”.

Con estos mensajes pueden describir los sentimientos del niño y darle la pauta de que los exprese más abiertamente:
“tú estas molesto porque perdieron el partido”
“Tú estas triste porque la abuela no vino a casa”
Cuando los niños pueden expresar libremente sus sentimientos negativos, éstos parecen desaparecer de inmediato.

Diga “haz”.

Esto significa que traten de decirles  “que hacer” en lugar de  decirles “que no hacer”. Por ejemplo, “Guarda tu suéter” en lugar de “¡No arrastres el suéter!”; “Cierra con cuidado la puerta” en vez de “¡No azotes la puerta!”.

Hable “con ellos” en lugar de hablarles “a ellos”.

Hablar “con” implica que escucharemos también lo que el niño tiene que decir, de otra forma, hablar “a” resultaría una conversación unilateral como cuando le dan alguna instrucción para que él la siga y ya.

Usando “mensajes yo”. 

Estos no son más que declaraciones de hecho acerca de  la persona que habla. A través de ellos se puede transmitir al niño creencias y sentimientos, es decir, le dicen al niño como se siente el que habla a causa de su conducta, y  le dan la pauta para responsabilizarse  de sus acciones y de hacer algo al respecto. Por ejemplo,  en lugar de decir al niño algo como “mira que desorden hiciste”, expresar algo como “en este momento necesito ayuda para recoger esto”. Sin embargo, no es recomendable usar  “mensajes yo”  para expresar enojo.

Asegúrense de que los están escuchando. 

A veces los niños se concentran mucho en sus juegos y actividades, por lo que, antes de empezar a hablarle, llámeles por su nombre y una vez que tenga la atención de los niños comience a hablarles.

Denles instrucciones sencillas y claras. 

Especialmente a los más pequeños pues se les dificulta recordar toda una serie de ordenes.

Usen un tono de voz adecuado. 

El tono de voz debe estar acorde con el mensaje que van a transmitirle a los niños, especialmente si se trata de cosas importantes. Hablen con firmeza y denle a los niños la razón de lo que están pidiéndole, por ejemplo, “Ponte el suéter, así estaremos listos para salir”

Háblenles a los ojos. 

La comunicación mejora si hay contacto visual, por lo que será necesario que se inclinen para estar al nivel de los ojos del niño. ¿Se han puesto a pensar cómo los miran sus hijos? Ellos tienen que echar la cabeza atrás para poder mirarlos a los ojos, lo que les resulta incomodo. 

Hablen con cortesía. 

Es el primer paso para que un niño aprenda a ser cortés.

Hablen con gentileza.

Con palabras amables obtendrán resultados muy positivos: los niños se comportan mejor, y tratan de poner más empeño en lo que hacen. Además, las palabras amables comunican amor y respeto. 



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