viernes, 4 de octubre de 2013

Jugando libremente.

El juego es de gran importancia para el sano desarrollo de los niños, es una fuente de aprendizaje y maduración que, lamentablemente, poco a poco se está perdiendo en ésta era de las nuevas tecnologías y las grandes  ciudades.

Para muchos padres, el juego libre y espontáneo  es solo una terrible pérdida tiempo, un momento de "ocio" que hay que evitar, por lo que buscan, de forma a veces  desesperada, llenar estos espacios ofreciendo a sus hijos actividades organizadas y "educativas" para que no estén "perdiendo el tiempo". Y es entonces cuando los niños son "arrastrados" por sus padres a la clase de karate, danza, ajedrez, piano o a integrarse a algún equipo de fútbol, por mencionar  solo algunos casos; actividades que  muchas veces ni siquiera son del agrado del niño; porque en México se practican dos tipos de deportes: el que le gusta a papá y el que le queda cerca a mamá.


Los padres y maestros deben saber que el juego libre beneficia la salud física y mental de los niños, así como su bienestar , pues estimula la creatividad, el razonamiento, el lenguaje y, además, favorece la maduración de la inteligencia emocional. Los juegos de movimiento como correr, saltar, deslizarse; los simbólicos como jugar a la casita, al doctor o a la escuelita; los de manipulación como construir con bloques o ensamblar rompecabezas, y los de reglas como los de mesa, las escondidas, etc.; aparecerán en las diferentes etapas del desarrollo de los niños para favorecer la maduración de los distintos tipos de inteligencias, como son la espacial, social y emocional; pero aún hay más bondades del juego, pues este desarrolla diferentes habilidades cómo el razonamiento lógico, la comprensión lingüística, la creatividad y la solución de problemas.

De acuerdo al neurocientífico Jaak Panksepp,  una condición tan compleja como es el Trastorno por Déficit de Atención (TDA) podría prevenirse dando más oportunidades de juego al aire libre, pues la actividad física intensa estimula la producción de dopamina en el cerebro, una neurohormona que activa la habilidad de seleccionar entre distintas posibilidades de percepción y centrarse cada vez más en una sola cosa. El cerebro de los niños está en proceso madurativo y requiere de tiempo para segregar dopamina por sí solo, lo que puede explicar porque después de mucho movimiento los niños consiguen estar quietos y realizan tareas con más tranquilidad.



Por desgracia, el crecimiento de las grandes ciudades, la inseguridad que actualmente impera en ellas y la paulatina desaparición de los espacios de esparcimiento y recreación como parques, pistas de ciclismo o patinaje, han hecho  que creamos que no es aconsejable ni seguro salir a jugar con libertad, recurriendo, cada vez más, a formas sedentarias de entretenimiento que solo reducen la capacidad creativa en los niños: la televisión, los juegos de video, las tabletas, etc. 
Pareciera que el juego libre está en "peligro de extinción", pues entre tareas escolares, actividades extraescolares, y padres ocupados, no queda tiempo para disfrutar del placer de jugar.

Debemos tomarnos el juego muy en serio e involucrarnos para que nuestros niños, alumnos e hijos recuperen su sano equilibrio entre actividades libres y dirigidas; permitir que jueguen libremente no significa que nosotros, los adultos, no hagamos nada. En lugar de dirigirlos, juzgarlos, aconsejarlos sin que los niños nos lo pidan o advertirlos con frecuencia de los peligros del exterior, podemos estar disponibles  para ellos, acompañarlos con nuestra presencia y apoyarlos de ser necesario.





lunes, 26 de agosto de 2013

Claves para una crianza adecuada

Son cada vez más los padres de familia que llegan al consultorio pidiendo ayuda porque creen que sus hijos "se les fueron de las manos" y se sienten incapaces y desorientados ante ciertas conductas y actitudes de sus hijos: los niños no los obedecen, son "respondones", pelean entre hermanos, son cada vez más exigentes, son retadores y no colaboran con las tareas de casa.
Pero éstas conductas no aparecieron de un día para otro; son la consecuencia de no saber poner limites a los niños, de no saber decirles "no" cuando así lo requiere la situación, o de minimizar la importancia del mal comportamiento del niño pensando, erróneamente, que con el tiempo desaparecerá ("déjalo, está chiquito"). Desgraciadamente, dejar pasar el tiempo sólo agrava las conductas problemáticas en los niños, cumpliendo con un dicho de la psiquiatría que reza "Síntoma que permanece, síntoma que se afianza".
Lo mejor es abordar el problema y buscarle solución en cuanto éste es detectado.
Hay que recordar que somos nosotros, los adultos, los que con palabras y, sobre todo, con el ejemplo, hemos de enseñar a los niños una conducta adecuada que les permita crecer e integrarse a la familia y a la sociedad.

Claves de la crianza adecuada. 

Respeto. Los pequeños merecen el mismo respeto que los adultos, pero muchos padres no lo tienen en cuenta y no respetan los espacios, el tiempo,los gustos y elecciones del niño, y lo que es peor, les imponen los suyos; interrumpen sus juegos y actividades minimizando su importancia sin siquiera escucharlos.

Establecer límites. Algo que proporciona a los niños la seguridad para poder resolver los conflictos que se les presentan, son los limites. Los niños esperan y piden que les pongamos limites, que les marquemos hasta donde pueden llegar. Si el niño sabe lo que se espera de él, podrá  regular su comportamiento.


No a la sobreprotección. Es común que muchos padres deseen evitar problemas a sus hijos y se den a la tarea de eliminar todo obstáculo que se presente en  la vida del niño. Esto solo le quita al niño la oportunidad de aprender de sus propias experiencias. Deben dejar que sean ellos quienes resuelvan sus propias complicaciones, es cierto que tal vez se van a equivocar, pero solo así aprenderán, desarrollarán sus propios recursos y ganarán confianza en sí mismon para vencer futuros obstáculos. 

Tiempo de calidad. Participen en sus actividades, compartan sus intereses, escúchenlos con interés genuino, charlen con ellos. Para los niños es más importante compartir un rato ameno con sus padres, que tener el juguete de moda.

Eviten comparaciones. Es importante hacerle saber a los niños que cada persona tiene sus propias características, que a pesar de que somos diferentes todos somos igual de valiosos. Las comparaciones con los hermanos o los primos, no solo son desagradables, sino que envían al niño el mensaje de "no te acepto como eres".

Asignarles tareas en casa. El hecho de contribuir a las tareas domesticas proporciona a los niños un sentido de la responsabilidad. Sin importar si en casa se cuenta o no con personal que se encargue de los quehaceres del hogar, se les debe asignar alguna tarea, de acuerdo a su edad y capacidades, independientemente de los deberes escolares. Es importante que se tenga una rutina y un horario para éstas actividades, las cuales no son negociables, es decir, el niño debe cumplir con ellas sin ningún pretexto.
En una ocasión, un niño me platicaba de su mascota, un perrito, y le pregunté:
-¿Tú bañas a tu perro?
-No, Juanita lo baña (la empleada domestica).
-Pero, ¿tú le das de comer?
-No, Juanita le da su comida.
-¿Lo sacas a pasear; o lo hace Juanita?
-Sí, ella lo lleva.
Y como éste caso hay muchos, donde los niños crecen pensando que se merecen todo pero que no tienen que mover ni un dedo para ganarlo.
"Si usted quiere que sus hijos tengan los pies sobre la tierra, colóqueles alguna responsabilidad sobre los hombros" (Abigail Van Buren).


Piensen a futuro. Tengan presente que lo que hagan ahora formará parte de la vida futura de sus hijos, ya que los niños de hoy son los adultos de mañana. Es nuestra responsabilidad educarlos para que crezcan siendo personas, sanas, responsables y felices.

jueves, 22 de agosto de 2013

Para que los niños obedezcan




Todas las personas damos (y obedecemos) órdenes. Si éstas se dan de forma adecuada, serán obedecidas como esperamos, para lo cual debemos ser claros e incluso usar un poco de diplomacia. 
Y con los niños no es la excepción. En ocasiones, darle a un niño una orden directa, tanto para que haga algo como para que deje de hacerlo, puede desencadenar una rabieta que nos hará pasar un mal momento. 
En una ocasión le pregunté a un  pequeño su nombre y la respuesta fue "Pepe no", porque eso era lo que siempre escuchaba cuando hacia algo indebido: "Pepe no toques", "Pepe no te subas", etc., pero nunca le decían lo que sí podía hacer. 










Es mucho más efectivo usar órdenes positivas, por ejemplo, "ven aquí" en lugar de decir "no te subas ahí". Cuando vamos a un restaurante, por ejemplo, el mesero nos asigna una mesa y nos dice algo como "pase por aquí, por favor, a la mesa del fondo"   "¿qué desea beber?" Y sin rechistar hacemos lo que nos dice. En cambio, si ese mismo mesero nos dijera algo como "¡qué se siente ahí, le digo, y quietecito!"  o "¿va a pedir su bebida ya, o que?" las cosas serían muy distintas ¿o no?  
Es muy importante no confundir los actos con el "carácter moral" de alguien. Por ejemplo, cuando un niño no recoge sus juguetes, es muy diferente decirle "no has recogido tus juguetes" en lugar de decirle "¡eres un desordenado!" La primera frase es una constatación objetiva a la que se le puede añadir un comentario sobre como nos hace sentir ese hecho ("estoy enojado porque no has recogido tus juguetes") aunque con el tono de voz o los gestos puede bastar. La segunda, es un juicio moral con el que estamos atacando directamente al niño y podemos hacerlo sentir herido, por lo que debemos evitar las etiquetas, tanto cuando hablamos con el niño como cuando hablamos de él con otras personas.


¿Qué estrategias usas para corregir a tu hijo?

-La simple prohibición: "no toques eso". 
-La prohibición barroca: "¿pero cuántas veces te tengo que decir que no toques eso?"
-La prohibición insultante: "¿estás sordo o que? ¡Estáte quieto, ya me tienes harto!".
-La amenaza: "nada más lo tocas y vas a ver como  te va". 
-La pregunta retórica: "¿Te parece muy divertido tocar el jarrón, o que?"
-La violencia desatada: o sea una nalgada o un bofetón para que el niño no toque lo que no debe, pero entonces ¿cómo le van a enseñar que no debe ser violento?
-La profecía: "Lo vas a romper". 
-La información: "Eso no es para jugar, es caro y se puede romper". 
-La distracción: "¡Mira qué bonito coche!"  
-Pasar más tiempo con el niño, jugando o realizando alguna tarea recreativa,  antes de que, por aburrimiento, se ponga a jugar con los adornos. 
-Guardar los adornos frágiles donde el niño o pueda tocarlos. 







¿Creen qué tendrían éxito con alguna de éstas estrategias? ¿Que harían ustedes? ¿Cambiarían algo de lo que hacen para que sus hijos les obedezcan?

Es cierto que los niños requieren disciplina, pero no son soldaditos, explíquenles  con calma las cosas, ellos entenderán. 

lunes, 22 de julio de 2013

La influencia de los video juegos en la conducta infantil




La mayoría de los juegos de video más populares, así como algunos programas de 
T. V. enfatizan temas negativos y promueven conductas ANTISOCIALES, tales como:


•Matar a personas o animales.

•Uso y abuso de drogas y alcohol.
•Comportamiento criminal y la falta de respeto a la autoridad.
•Estereotipos raciales, sexuales y de género y el uso de palabras indecentes así como de gestos obscenos.

Esto repercute en la conducta de los niños de manera directa, pues, además, en estos juegos los usuarios ganan más puntos a medida que más destruyan, disparen o mientras más pronto "maten" al contrincante.



Y para muestra, un botón:


En una ocasión  le di a un niño de 5 años varias figuras de la conocida marca LEGO para una sesión de juego libre; entre éstas había  soldaditos y otras más como pilotos, patinadores, apaches, animalitos, cochecitos, servidores públicos, etc. El chico las miró y comenzó a guardar las que no le gustaron mientras decía "éstas no, porque no son de guerra" y sólo se quedó con los soldaditos. 

En otra ocasión, le pedí a otro niño que formara con unos bloques el diseño de un avión. Al terminar, observó un momento su trabajo y luego colocó las piezas sobrantes al rededor del diseño y dijo "ahora le van a caer estas bombas y lo van a destruir". 


Y así puedo mencionar muchos (tristes) casos más de niños para quienes las conductas violentas y agresivas ya es algo cotidiano; y  a eso hay que sumarle los modelos de conducta que los niños viven y ven en casa cada día: un padre o una madre irascibles que gritan y pelean entre sí ante la menor provocación o que "disciplinan" a sus hijos a golpes y gritos, etc., entonces no es de extrañarnos ver a preescolares intentando solucionar las dificultades entre sus pares a golpes, patadas y jalones de cabello, o  amenazándolos con matarlos ("voy a traer una pistola y te voy a matar").
Son cada vez más los niños y niñas que actualmente dedican horas enteras a jugar videojuegos SIN ninguna supervisión de sus padres, quienes les compran estos juegos sin tener el cuidado de verificar que sea adecuado para sus hijos, nada más porque el niño lo pide y es el juego de moda; lo que me recuerda un comentario que me hicieron hace poco: cierto día un  tipo probaba en una tienda departamental una consola de videojuegos que quería comprar para su hijo y entre risas empezó a contar a los que le observaban que su hijo pasa tanto tiempo con estos juegos que le dan "tics" durante y después del juego, y riendo aún más, el gran imbécil comenzó a imitar los supuestos "tics" del chico. 

Bullying
Entonces, no sé porque nos sorprenden los cada vez más frecuentes casos de bullying, los chicos con problemas de conducta y bajo rendimiento escolar, las bandas de delincuentes integradas, en parte, por menores de edad. 

Y no vale decir "mi hij@ nada más juega los fines de semana", sí, pero tooooooodo el día y sin supervisión, así como los adultos que no toman alcohol de lunes a jueves, pero el fin de semana se embriagan hasta el vómito y la inconsciencia. 
¿Esto es lo que queremos para nuestros niño@s? 

Empecemos por hacer cambios dentro de casa, quizá algún día se vean reflejados en los futuros adultos en los que se convertirán sus hij@s y hasta en su comunidad. 


Fomenten valores en sus hijos y conductas prosociales como la cooperación, la generosidad o el altruismo, pero sin  olvidar que los padres y otros adultos son modelos a seguir para los niños, así que la mejor enseñanza es predicar con el ejemplo. 



Permite que tus hijos vean lo mejor de ti.




viernes, 3 de mayo de 2013

Recuerdos de mi niñez.




Dicen que tiempos pasados son mejores. La verdad es que yo he disfrutado mucho todas y cada una de las etapas de mi vida: mi niñez, mi adolescencia, los años universitarios y mi ingreso a los "TAS", es decir, los treinTAS, CuarenTAS... Pero en éste día, 30 de Abril, en que festejamos a todos los niños en México, me vienen a la mente muchos momentos fascinantes que tuve la dicha de vivir en mi infancia.

Cuando los niños de hoy se asombran al saber que nosotros (mi generación) no tuvimos consolas de video juegos ni nada parecido, la verdad es que me alegro de que así haya sido, porque  nos bastaba cualquier cosa para iniciar un juego, echar a volar la imaginación y divertirnos a lo grande: un vaso de plástico servía de molde para hacer con lodo un rico pastel; unos trazos paralelos y curvilineos, hechos en la banqueta con gis,eran la pista de carreras más emocionante de todas; el lazo del tendedero hacia que nos ejercitaramos dando saltos y más saltos -solos o en grupo-; si teniamos a la mano costales de harina, se organizaba la competencia de saltos ("de aquí hasta el carro rojo ¿sale?"); o corriamos a la tienda de Don Beto a sacar de la hielera de refrescos todas las corcholatas que hubiera y las usabamos para construir cualquier cosa (¡que LEGOS ni que la manga del muerto!).

¿Quien no recuerda el "bote pateado", el salto de "burro" en todas sus modalidades, "los listones", "las cebollitas", "los encantados", "el avión", la "matatena"?  Y la lista de juegos sigue y sigue. ¿Y si llovía o no podiamos salir?, pues entonces echabamos mano de los juegos de mesa: "serpientes y escaleras", "la oca", "las damas chinas", etc. o escuchabamos atentos los cuentos e historias de la abuela Chía. Los domingos, podía comprar y leer historietas, y cuando las terminaba, buscaba en el periodico de mi papá la seccion de pasatiempos y resolvia algunos crucigramas, recorría laberintos y buscaba palabras en la"sopa de letras".


Es cierto que veiamos televisión, no lo voy a negar, pero no estabamos horas enteras frente a ella (o al menos no en mi caso) porque, además, teniamos responsabilidades dentro de casa aparte de los deberes escolares.
Y así puedo seguir y seguir contandoles de estos años tan maravillosos y no acabaría.

No sé si la niña que fui estaría conforme con la mujer que soy, porque esa niña tenía mil fantasías en su cabeza acerca de lo que quería llegar a ser: a veces quería ser maestra, otras bombero, o "tiburonologa"cómo Eugenie Clark - después supe que no se dice así, es ictióloga- y hasta comediante; pero lo cierto es que hoy me siento feliz de la forma en que viví mi infancia, sin depender de "aparatitos" que  dejan muy poco o nada a la imaginación.


Aceptando a tu adolescente



Muchas veces los padres se sienten víctimas de sus hijos adolescentes debido a que éstos ya no gustan de compartir tiempo y espacio con ellos; y es entonces que se quejan amargamente de que el muchacho o la chica solo se la pasa en su cuarto frente a la computadora o al teléfono celular, cuando tal vez lo que en realidad les sucede a estos padres es que les causa dolor que sus hijos ya no desean estar con ellos como antes.


Para la mayoría de los padres la adolescencia representa un gran desafío, pero deben recordar que para sus hijos es una etapa de crisis y confusión porque ellos están viviendo el proceso de romper con el niño que fueron y de convertirse en el adulto que aun no son. Es por esto que los chicos desafían las viejas costumbres e ideas de sus padres en busca de sus propia identidad y, por lo tanto, necesitan apartarse un poco de ellos para encontrar ideas propias y afianzar su independencia.


Éste proceso puede resultar doloroso y profundo para algunos padres, sin embargo, lo mejor es  evitar "nadar contra corriente" y tomarlo como una oportunidad de crecer junto con sus hijos y de modificar las ideas que tienen acerca de como deberían éstos vivir su vida.
Fuimos educados con ciertas ideas que permanecen en nosotros como algo inamovible e incuestionable, y los adolescentes, la nueva generación, quieren ponerlas a prueba. Ésta es la oportunidad para que los padres revisen y analicen  esas ideas y practicas de crianza, pues muchas veces,  al ya no ser vigentes, sólo obstaculizan  el camino de los jóvenes. Lo mejor que pueden hacer es confiar en que su muchacho encontrará su propio camino, pero a su manera, tal y como un día hicimos todos nosotros. 
Hagan éste ejercicio: tomen un momento de calma, cierren los ojos y traten de recordar como se sentían ustedes a esa edad: cómo les dolía que sus padres no los entendieran y los criticaran a cada momento. Recuerden que venimos de una tradición donde las cosas eran negras o blancas, pero no había matices, y aunque les de miedo, deben entender y adaptarse al cambio que impone la nueva generación. 

Nuestros adolescentes, por otro lado, viven  una etapa de constante cambio por lo que se sienten solos y perdidos, pero aun así necesitan límites, aunque sin imponerles reglas  nada más porque algo "debería ser de otro modo" o porque a ustedes les parece "demasiado"; al contrario,  háganlo intentando comprender al chico, poniéndose en su lugar, interesándose realmente por lo que le pasa y necesita, es decir, con empatía. Usen los límites para educar, no por el miedo a los cambios, y la clave para esto es la comunicación: lo fundamental para comunicarse con un adolescente es escucharlo sin imponer sus ideas previas, sin sermones, abriendo un espacio para lograr el contacto, especialmente cuando se traten temas sensibles como el sexo, las drogas, etc., en los que, además, deben escucharle sin juzgarlo ni enfadarse.


Ser padres implica interesarse de forma genuina, esforzarse por captar los problemas de los hijos, saber qué es realmente lo que le pasa, sin preocuparse tanto porque hagan las cosas "bien", según su perspectiva de padres.

Aceptar al adolescente implica tolerar su mal humor, su rebeldía y también aceptar que se aleje de ustedes; porque, precisamente,  en la adolescencia es cuando la relación del muchacho con sus padres cambia para siempre, pero si sus padres le proporcionan apoyo, contacto, empatía y comprensión y al mismo tiempo respetan  su espacio y toleran su distancia, lograrán fortalecer el vínculo entre ellos.



domingo, 28 de abril de 2013

Y tú ¿Qué tipo de padre eres?

En ocasiones me preguntan que es lo que más me gusta de mi trabajo, y lo que me gusta es el trato con los niños y todo lo que de ellos podemos aprender, además, me gusta pensar que contribuyo con mi granito de arena para hacer de ellos mejores personas. 

Pero lo que, a veces, no me gusta son sus papás; si bien es cierto que algunos padres son comprometidos y se involucran en el proceso educativo de su hijo tratando de hacer lo mejor para sacarlo adelante, sin excesos ni exageraciones y siguiendo las indicaciones que se les dan; también es cierto que existe la otra cara de la moneda, es decir, los padres que llevan a su hijo a la terapia así como llevan su carro al taller ("ahí se lo encargo 'maistro', luego vengo por él"), esos que no se comprometen en nada, ¿para qué? si para eso pagan la colegiatura, clases especiales y demás servicios.

A estos papás y mamás, los he clasificado así:


  • Los padres "jefe Toro Sentado". Son esos que quieren disciplinar a sus hijos a distancia y desde la comodidad de su asiento, así que solo se limitan a decir cosas como "¡Juanito, deja la pelota!" o "¡Bájate de ahí que te vas a caer!", pero nunca se levantan a detener y corregir la mala conducta del niño.


     
  • Los padres "Observadores". Son algo parecido a los anteriores y dicen a sus hijos cosas como "¡Pepe, te dije que no toques eso. Te estoy viendo ¿eh?!" o "Te estoy mirando, ¡no te subas ahí!". Y, por supuesto, el niño ya se acostumbró a que solo lo miran y a que no hay ninguna consecuencia a su mal comportamiento y sigue haciendo todo lo que quiere.
  • ¡Te doy tres! Uno..
  • Los padres "Contadores". Estos son los que intentan  -según ellos- corregir la conducta del niño de forma inmediata: 
  • "Pepito, deja eso... te doy tres para que lo dejes" (y empieza el conteo):
  •  -"¡Uno!..." -hace una larga pausa- -Dos!.. ¡ya te dije ¿eh?!" -otra pausa- "¡Dos y medio! -más pausa- "¡Nada más no dejas esa pelota y vas a ver!".  Y parece que ellos mismos son los que no quieren que la cosa pare, porque en seguida continúan el eterno conteo:     -"¡Dos y tres cuartos!.." - como si el niño supiera de fracciones- ..."¡si no dejas esa pelota ya verás como te va a ir!". El caso es que, nuevamente, el niño en cuestión se acostumbra a que el 'tres' nunca llega, y si acaso su mamá le cuenta hasta tres, para entonces él ya terminó de hacer lo que se le dio la gana. 
  • Los padres "Intelectualoides". Así es, esos que atiborran a sus hijos de experiencias y actividades que, dicen, favorecen su inteligencia y, por supuesto, no los dejan jugar libremente y echar a volar su imaginación o disfrutar de un ratito de ocio, no vaya a ser que se haga "burro" como el hijo de la comadre. Estos padres solo permiten a sus hijos programas de T.V. educativos, los llevan a museos con exposiciones que ni ellos entienden y les compran únicamente juguetes didácticos; pero ignoran que el desarrollo del niño debe ser integral, y el aspecto intelectual es solo una parte de ese desarrollo. Muchas veces esos niños logran buenas notas en la escuela (para orgullo de sus padres), pero no saben socializar ni integrarse adecuadamente con sus pares.

  • Los padres del "Libre albedrío". Estos pueden ser una mezcla de todos los anteriores. Son los que después de hablar y gritar como locos (o sea, solos porque sus hijos los ignoran olímpicamente) y de "intentar" detener el mal comportamiento del niño terminan por decir "¡Ay, ya! ¡haz lo que quieras!"; y efectivamente, el niño hace lo que quiere ¿quién se lo va a impedir?

  • Los padres "Endosantes". A ésta clasificación pertenecen muchas madres, ya que ellas literalmente "endosan" a diario a sus hijos con otros adultos quienes, además, no pueden ejercer ninguna autoridad en los niños, como, por ejemplo, el chofer, la nana, la empleada domestica y/o la abuelita; y es que mientras el padre está ocupado todo el día "haciendo" dinero, la madre tiene mucho trabajo que hacer para gastarlo: el café con las amigas, el shopping, el gym, la estética, etc.  ¡Ah, pero eso sí!, después intentan compensar su ausencia (física y emocional) cumpliendo todos los caprichos de sus hijos y comprándoles costosos objetos y todo lo que pidan. Por supuesto que al no haber quien discipline a los niños, estos terminan haciendo ¿adivinen qué?... así es, lo que les da la gana.


  • Los padres "Alertas al sonido". Estos se meten de lleno en alguna actividad sedentaria, como leer el periódico, ver la tele, o chatear en las redes sociales, mientras su hijo, a quien jamás supervisan, juega en otra habitación; pero en cuanto se escucha algún ruido fuerte que proviene del lugar donde está el niño, solo se limitan a preguntar a gritos "¿Que pasó?", pero no se levantan a ver si el ruido lo ocasionó la caída de un objeto o  su hijo dando con la cabeza en el suelo.



Créanme, no es ficción, por eso con frecuencia pienso que es increíble que algunos niños logren crecer y sobrevivir a pesar de sus padres.


"¿Sabe señora Buckman? Se necesita licencia para comprar un perro, para conducir o para pescar, pero permiten que cualquier idiota sea padre"



Nota. Si desean ilustrar un poco más éste tema les recomiendo que vean las siguientes  películas: 
  • "Parenthood" protagonizada por Steve Martin. 
  • "Nosotros los Nobles" con Gonzalo Vega

 
 
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