martes, 2 de octubre de 2012

Disfrutando los momentos de ocio.


Actualmente, el exceso de actividad está sobrevalorado, más aun en una sociedad como la nuestra, pues se tiene la creencia de que "estar muy ocupado" o "tener mucho trabajo" es sinónimo de "tener éxito".



Y lo mismo sucede con los niños. 

Los padres están empeñados en llenar su tiempo con más y más actividades para que "se desarrollen favorablemente". Es cierto que practicar un deporte o aprender a tocar un instrumento musical es benéfico para los niños, pero en realidad los están privando de algo que puede ser muy valioso para ellos: el placer de tomarse un tiempo sin hacer nada.  


Para empezar, los horarios de las escuelas preescolares y primarias ya tienen más horas de clase que las que puede tener un universitario; a eso agreguen las tareas, las clases extracurriculares (natación, karate, danza, piano, etc.), y ni hablar del fin de semana, muchos padres se "surten" de todo tipo de cosas para tener "entretenidos" a sus hijos (libros con actividades y para colorear, juegos de mesa,...) ¿y al final del ciclo escolar? los inscriben a campamentos, cursos de verano, talleres, etc. para que "no estén en casa sin hacer nada".

Hasta parece que el tiempo libre es peligroso, no vaya a ser que se cumpla aquello de que "la ociosidad es la madre de todos los vicios", de hecho, hay padres que, si  ven a su hijo tranquilamente  en algún  rincon de casa, lo regañan con el clásico "¿Qué haces ahí sentado sin hacer nada?". Y lo mismo pasa con la televisión. Ciertamente, es muy recomendable e importante que los padres estén atentos al contenido de los programas que ven sus hijos, pero en muchos casos caen en la exageración de  prohibirles que vean programas o dibujos animados que no sean de corte "educativo" y/o "cultural". Seamos sinceros, la verdad es que no siempre estamos de humor para pensar,  reflexionar o hacer un análisis del programa, solo deseamos divertirnos y pasar un rato agradable.

Un buen rato de "pereza" nos permite recuperar nuestra energía, conocernos a nosotros mismos, disfrutarnos y disfrutar la vida. Sin embargo, los niños están tan acostumbrados a una vida frenética, que por desgracia no soportan la inactividad y es frecuente escucharlos decir a sus padres "¡estoy aburrido!", lo cual es motivo de alarma para muchos padres.

Den a sus hijos las herramientas para manejar el aburrimiento, tiempo y espacio suficientes para encontrar por sí mismos una ocupación, la que les guste a ellos, sin obligarlos ni presionarlos, ya que de eso se trata el tiempo libre, de disfrutar el momento; o simplemente para no hacer nada, para pensar o no pensar, para imaginar o para seguir el vuelo de la mosca que pasó o la fila de hormigas que marcha por el  jardín.









Denles tiempo para disfrutar, de vez en cuando, del placer de no hacer nada, no críen una generación que espera que siempre la entretengan.


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