Conseguir que los niños lleguen a ser adultos sanos y felices es responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la familia.
Aunque con frecuencia decimos que los tiempos han cambiado, la realidad es que los niños siguen teniendo las mismas necesidades que hace 100 años, y es fundamental que nos ocupemos de ellos de forma amorosa.
Criar y educar a un hijo es estar en función de ellos, tanto para satisfacer un deseo posible como para frustrar una pretensión inconveniente; tanto para acompañarlos como para permitirles avanzar solos en su propio beneficio. Es importante que tratemos de que se sientan amados, valiosos, capaces, únicos y maravillosos, sin olvidar que los niños aprenden de lo que sus padres hacen.
El día de mañana, sus hijos serán capaces de comprender y tratar a los demás del mismo modo que hoy ustedes tratan y comprenden a los demás.
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