jueves, 22 de agosto de 2013

Para que los niños obedezcan




Todas las personas damos (y obedecemos) órdenes. Si éstas se dan de forma adecuada, serán obedecidas como esperamos, para lo cual debemos ser claros e incluso usar un poco de diplomacia. 
Y con los niños no es la excepción. En ocasiones, darle a un niño una orden directa, tanto para que haga algo como para que deje de hacerlo, puede desencadenar una rabieta que nos hará pasar un mal momento. 
En una ocasión le pregunté a un  pequeño su nombre y la respuesta fue "Pepe no", porque eso era lo que siempre escuchaba cuando hacia algo indebido: "Pepe no toques", "Pepe no te subas", etc., pero nunca le decían lo que sí podía hacer. 










Es mucho más efectivo usar órdenes positivas, por ejemplo, "ven aquí" en lugar de decir "no te subas ahí". Cuando vamos a un restaurante, por ejemplo, el mesero nos asigna una mesa y nos dice algo como "pase por aquí, por favor, a la mesa del fondo"   "¿qué desea beber?" Y sin rechistar hacemos lo que nos dice. En cambio, si ese mismo mesero nos dijera algo como "¡qué se siente ahí, le digo, y quietecito!"  o "¿va a pedir su bebida ya, o que?" las cosas serían muy distintas ¿o no?  
Es muy importante no confundir los actos con el "carácter moral" de alguien. Por ejemplo, cuando un niño no recoge sus juguetes, es muy diferente decirle "no has recogido tus juguetes" en lugar de decirle "¡eres un desordenado!" La primera frase es una constatación objetiva a la que se le puede añadir un comentario sobre como nos hace sentir ese hecho ("estoy enojado porque no has recogido tus juguetes") aunque con el tono de voz o los gestos puede bastar. La segunda, es un juicio moral con el que estamos atacando directamente al niño y podemos hacerlo sentir herido, por lo que debemos evitar las etiquetas, tanto cuando hablamos con el niño como cuando hablamos de él con otras personas.


¿Qué estrategias usas para corregir a tu hijo?

-La simple prohibición: "no toques eso". 
-La prohibición barroca: "¿pero cuántas veces te tengo que decir que no toques eso?"
-La prohibición insultante: "¿estás sordo o que? ¡Estáte quieto, ya me tienes harto!".
-La amenaza: "nada más lo tocas y vas a ver como  te va". 
-La pregunta retórica: "¿Te parece muy divertido tocar el jarrón, o que?"
-La violencia desatada: o sea una nalgada o un bofetón para que el niño no toque lo que no debe, pero entonces ¿cómo le van a enseñar que no debe ser violento?
-La profecía: "Lo vas a romper". 
-La información: "Eso no es para jugar, es caro y se puede romper". 
-La distracción: "¡Mira qué bonito coche!"  
-Pasar más tiempo con el niño, jugando o realizando alguna tarea recreativa,  antes de que, por aburrimiento, se ponga a jugar con los adornos. 
-Guardar los adornos frágiles donde el niño o pueda tocarlos. 







¿Creen qué tendrían éxito con alguna de éstas estrategias? ¿Que harían ustedes? ¿Cambiarían algo de lo que hacen para que sus hijos les obedezcan?

Es cierto que los niños requieren disciplina, pero no son soldaditos, explíquenles  con calma las cosas, ellos entenderán. 

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