Muchas veces los padres se sienten víctimas de sus hijos adolescentes debido a que éstos ya no gustan de compartir tiempo y espacio con ellos; y es entonces que se quejan amargamente de que el muchacho o la chica solo se la pasa en su cuarto frente a la computadora o al teléfono celular, cuando tal vez lo que en realidad les sucede a estos padres es que les causa dolor que sus hijos ya no desean estar con ellos como antes.

Fuimos educados con ciertas ideas que permanecen en nosotros como algo inamovible e incuestionable, y los adolescentes, la nueva generación, quieren ponerlas a prueba. Ésta es la oportunidad para que los padres revisen y analicen esas ideas y practicas de crianza, pues muchas veces, al ya no ser vigentes, sólo obstaculizan el camino de los jóvenes. Lo mejor que pueden hacer es confiar en que su muchacho encontrará su propio camino, pero a su manera, tal y como un día hicimos todos nosotros.
Hagan éste ejercicio: tomen un momento de calma, cierren los ojos y traten de recordar como se sentían ustedes a esa edad: cómo les dolía que sus padres no los entendieran y los criticaran a cada momento. Recuerden que venimos de una tradición donde las cosas eran negras o blancas, pero no había matices, y aunque les de miedo, deben entender y adaptarse al cambio que impone la nueva generación.

Ser padres implica interesarse de forma genuina, esforzarse por captar los problemas de los hijos, saber qué es realmente lo que le pasa, sin preocuparse tanto porque hagan las cosas "bien", según su perspectiva de padres.
Aceptar al adolescente implica tolerar su mal humor, su rebeldía y también aceptar que se aleje de ustedes; porque, precisamente, en la adolescencia es cuando la relación del muchacho con sus padres cambia para siempre, pero si sus padres le proporcionan apoyo, contacto, empatía y comprensión y al mismo tiempo respetan su espacio y toleran su distancia, lograrán fortalecer el vínculo entre ellos.
0 comentarios:
Publicar un comentario