Muchas veces los padres se sienten víctimas de sus hijos adolescentes debido a que éstos ya no gustan de compartir tiempo y espacio con ellos; y es entonces que se quejan amargamente de que el muchacho o la chica solo se la pasa en su cuarto frente a la computadora o al teléfono celular, cuando tal vez lo que en realidad les sucede a estos padres es que les causa dolor que sus hijos ya no desean estar con ellos como antes.
Éste proceso puede resultar doloroso y profundo para algunos padres, sin embargo, lo mejor es evitar "nadar contra corriente" y tomarlo como una oportunidad de crecer junto con sus hijos y de modificar las ideas que tienen acerca de como deberían éstos vivir su vida.
Fuimos educados con ciertas ideas que permanecen en nosotros como algo inamovible e incuestionable, y los adolescentes, la nueva generación, quieren ponerlas a prueba. Ésta es la oportunidad para que los padres revisen y analicen esas ideas y practicas de crianza, pues muchas veces, al ya no ser vigentes, sólo obstaculizan el camino de los jóvenes. Lo mejor que pueden hacer es confiar en que su muchacho encontrará su propio camino, pero a su manera, tal y como un día hicimos todos nosotros.
Hagan éste ejercicio: tomen un momento de calma, cierren los ojos y traten de recordar como se sentían ustedes a esa edad: cómo les dolía que sus padres no los entendieran y los criticaran a cada momento. Recuerden que venimos de una tradición donde las cosas eran negras o blancas, pero no había matices, y aunque les de miedo, deben entender y adaptarse al cambio que impone la nueva generación.
Nuestros adolescentes, por otro lado, viven una etapa de constante cambio por lo que se sienten solos y perdidos, pero aun así necesitan límites, aunque sin imponerles reglas nada más porque algo "debería ser de otro modo" o porque a ustedes les parece "demasiado"; al contrario, háganlo intentando comprender al chico, poniéndose en su lugar, interesándose realmente por lo que le pasa y necesita, es decir, con empatía. Usen los límites para educar, no por el miedo a los cambios, y la clave para esto es la comunicación: lo fundamental para comunicarse con un adolescente es escucharlo sin imponer sus ideas previas, sin sermones, abriendo un espacio para lograr el contacto, especialmente cuando se traten temas sensibles como el sexo, las drogas, etc., en los que, además, deben escucharle sin juzgarlo ni enfadarse.
Ser padres implica interesarse de forma genuina, esforzarse por captar los problemas de los hijos, saber qué es realmente lo que le pasa, sin preocuparse tanto porque hagan las cosas "bien", según su perspectiva de padres.
Aceptar al adolescente implica tolerar su mal humor, su rebeldía y también aceptar que se aleje de ustedes; porque, precisamente, en la adolescencia es cuando la relación del muchacho con sus padres cambia para siempre, pero si sus padres le proporcionan apoyo, contacto, empatía y comprensión y al mismo tiempo respetan su espacio y toleran su distancia, lograrán fortalecer el vínculo entre ellos.
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