viernes, 3 de mayo de 2013

Recuerdos de mi niñez.




Dicen que tiempos pasados son mejores. La verdad es que yo he disfrutado mucho todas y cada una de las etapas de mi vida: mi niñez, mi adolescencia, los años universitarios y mi ingreso a los "TAS", es decir, los treinTAS, CuarenTAS... Pero en éste día, 30 de Abril, en que festejamos a todos los niños en México, me vienen a la mente muchos momentos fascinantes que tuve la dicha de vivir en mi infancia.

Cuando los niños de hoy se asombran al saber que nosotros (mi generación) no tuvimos consolas de video juegos ni nada parecido, la verdad es que me alegro de que así haya sido, porque  nos bastaba cualquier cosa para iniciar un juego, echar a volar la imaginación y divertirnos a lo grande: un vaso de plástico servía de molde para hacer con lodo un rico pastel; unos trazos paralelos y curvilineos, hechos en la banqueta con gis,eran la pista de carreras más emocionante de todas; el lazo del tendedero hacia que nos ejercitaramos dando saltos y más saltos -solos o en grupo-; si teniamos a la mano costales de harina, se organizaba la competencia de saltos ("de aquí hasta el carro rojo ¿sale?"); o corriamos a la tienda de Don Beto a sacar de la hielera de refrescos todas las corcholatas que hubiera y las usabamos para construir cualquier cosa (¡que LEGOS ni que la manga del muerto!).

¿Quien no recuerda el "bote pateado", el salto de "burro" en todas sus modalidades, "los listones", "las cebollitas", "los encantados", "el avión", la "matatena"?  Y la lista de juegos sigue y sigue. ¿Y si llovía o no podiamos salir?, pues entonces echabamos mano de los juegos de mesa: "serpientes y escaleras", "la oca", "las damas chinas", etc. o escuchabamos atentos los cuentos e historias de la abuela Chía. Los domingos, podía comprar y leer historietas, y cuando las terminaba, buscaba en el periodico de mi papá la seccion de pasatiempos y resolvia algunos crucigramas, recorría laberintos y buscaba palabras en la"sopa de letras".


Es cierto que veiamos televisión, no lo voy a negar, pero no estabamos horas enteras frente a ella (o al menos no en mi caso) porque, además, teniamos responsabilidades dentro de casa aparte de los deberes escolares.
Y así puedo seguir y seguir contandoles de estos años tan maravillosos y no acabaría.

No sé si la niña que fui estaría conforme con la mujer que soy, porque esa niña tenía mil fantasías en su cabeza acerca de lo que quería llegar a ser: a veces quería ser maestra, otras bombero, o "tiburonologa"cómo Eugenie Clark - después supe que no se dice así, es ictióloga- y hasta comediante; pero lo cierto es que hoy me siento feliz de la forma en que viví mi infancia, sin depender de "aparatitos" que  dejan muy poco o nada a la imaginación.


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