domingo, 23 de septiembre de 2012

El saludo.






Es común que los niños se sientan abrumados cuando conocen gente nueva, ya sea un pariente lejano o un amigo de sus padres.
A los padres les preocupa que sus hijos se comporten educadamente y se sienten apenados si el niño se esconde detrás de ellos cuando un adulto trata de saludarlos.





¿Qué hacer? 

Para empezar, quítense de la cabeza que saludar implica besar o abrazar, pues para los niños 
acercarse a besar a alguien que no conocen puede resultar muy incomodo (aunque sea la simpática tía Chonita a la que no hemos visto en años). 

Esta es una lección de vida que no debería fingirse solo por el deseo de los padres de quedar bien con esa persona.









Hablen con sus hijos y háganles ver que saludar es una regla de cortesía y que es importante que lo hagan al llegar a algún sitio o al recibir visitas, pero que pueden hacerlo de diferentes formas: diciendo "hola", estrechando la mano o dando un beso; de la forma en que ellos se sientan cómodos, estará bien.


También háganles saber que comprenden que a veces les cuesta trabajo conocer gente nueva o ver a personas que no recuerdan, pero que ustedes  confían en que la próxima vez se comportarán más adecuadamente.







De ser posible, preparen a sus hijos cuando sepan que se encontrarán con alguien que no conocen o no recuerdan, platíquenles  acerca de ésta persona y pónganse de acuerdo con ellos sobre la manera en que desean saludarla: de mano, con un beso, o simplemente diciendo ¡Hola!




jueves, 20 de septiembre de 2012

La importancia de los cuentos.



 ¿Quién no recuerda los cuentos de sus infancia? Esos cuentos que alimentaron nuestra imaginación y que incluso fueron parte de nuestra formación  como personas. Sí,  por que los cuentos no solo sirven para entretener, y en estos tiempos en los que los niños parecen haber perdido la inocencia, los cuentos pueden devolverles la posibilidad de vivir una infancia autentica tan necesaria para su adecuado desarrollo personal.

 A algunos padres a veces les preocupa la crueldad de algunos personajes en los cuentos, pero no debe ser así, pues los niños no perciben la crueldad de la misma manera que nosotros los adultos, ya que no la racionalizan comparándola con la realidad, pues para ellos es solo un cuento. La realidad de los cuentos tiene un significado simbólico, hablan de una experiencia interior y no del mundo real. 

Las historias y los cuentos ayudan a los niños a canalizar emociones y sentimientos y, además, sus personajes son útiles para asignar una imagen a lo que el niño teme o le causa angustia. Las versiones "rosas" de algunos cuentos clásicos solo consiguen que al niño le cueste trabajo enfrentarse a la realidad que en nada se parece a estas versiones modificadas o "endulzadas" (tal es el caso de las películas de dibujos animados que están basadas en algunos cuentos clásicos).




Los cuentos dan respuestas, ofrecen opciones para superar algunos conflictos y para la mente de los niños, son  como espejos en los que reflejan sus dudas acerca de la vida real, por ejemplo, actualmente hay historias que ayudan a la comprensión de realidades propias de cada etapa del  desarrollo infantil, como la sexualidad, la llegada del nuevo hermanito, los cambios de su cuerpo, etc. dichas historias facilitan a los padres la tarea de abordar estos temas con sus hijos.

Por si fuera poco, la lectura  o narración de cuentos estimula ciertas habilidades como el manejo del tiempo, la organización de hechos en una secuencia coherente, la capacidad de análisis, la comprensión de lectura, la atención y la concentración,  etc. Estas habilidades ayudan al adecuado aprovechamiento escolar gracias al aprendizaje de la comprensión y la deducción. 

Sin importar si el cuento tiene un final feliz o no, el niño lo necesita para corroborar que los "buenos" y los "justos" siempre ganan y para aprender valores éticos, ya que su mente empieza a adaptarse a la incoherencia del mundo real donde, por desgracia,  no siempre es así. Por otro lado, los personajes "todopoderosos" como las brujas, hadas, hechiceros, etc.) juegan con el deseo del niño de realizar cosas increíbles y lo ayudan en su necesidad de comprender lo que a sus ojos es tan misterioso.

Y aun más, leer cuentos provoca anclajes positivos en la mente del niño, es decir, las buenas sensaciones de los momentos de lectura junto a sus padres serán recuperados más tarde como el recuerdo de una hermosa experiencia; por lo que la lectura en familia fortalece también el vínculo afectivo y, por lo tanto, la autoestima del niño se ve favorecida.

Los cuentos ayudan a los niños a dejarse llevar por la imaginación, lo cual es muy importante ya que ellos necesitan fantasear mientras aun son niños. Los cuentos posibilitan que los pequeños completen una parte muy importante y necesaria para su desarrollo, como niños que un día serán adultos.


Leer o contarles cuentos e historias también es una forma de expresar el amor de los padres hacia sus hijos.     

Jugando con los cuentos.

Los padres pueden realizar varias actividades con sus hijos después de haberles leído el cuento:

Completar la historia. Pueden contarle la mayor parte del cuento y después invitar al niño a que el termine el resto o que proponga un final. Con esto el niño verá que su opinión e ideas son importantes y tomadas en cuenta y que puede expresar sus preferencias.

Hacer representaciones. Jueguen a representar algunas partes del cuento o a imitar lo que hacen los personajes que más les gustaron. 

Cambiar el cuento.  Después de narrarle la historia, pregúntele que cosas le gustaría cambiar o que cosas quitaría. Con esto, el niño podrá expresar sus sentimientos, su sensibilidad, lo que le asusta, lo que le angustia, etc. y a ustedes como padres les permitirá conocer más a fondo a su hijo.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

Mejorando la comunicación con los hijos.



La comunicación  es algo más  que solo palabras. No es nada más lo que decimos, sino la forma en que lo decimos ya que también nos comunicamos a través de miradas, sonrisas, gestos, e incluso con el silencio.

La comunicación es un elemento clave  en el sano crecimiento de los niños, pues los ayuda a desarrollar la confianza en sí mismos y a afirmar sus relaciones con los demás; además de que favorece que lleguen a ser adultos con buenos sentimientos de sí mismos y capaces de comunicarse positivamente con los demás.
Una buena comunicación conduce a relaciones cálidas, cooperación y a una adecuada autoestima; por el contrario, una pobre comunicación  lleva a relaciones frustrantes, a conflictos y a sentimientos de inutilidad.

Por lo general, los padres tratan de mantener una buena comunicación cuando les dan instrucciones o les advierten de algún peligro a sus hijos; sin embargo, en ocasiones la comunicación se puede ver afectada cuando los sentimientos están involucrados.
Pero ¿qué sucede cuando las palabras, las ideas y los sentimientos llegan a los oídos de los niños? ¿Cómo interpretan lo que escuchan de sus padres, especialmente los más pequeños? 
Para lograr una adecuada comunicación con los niños, las siguientes tácticas pueden serles de utilidad, úsenlas tomando en cuenta  sus propias experiencias y el conocimiento que tiene de sus hijos:

Aceptación.

Si un niño se siente y se sabe aceptado tal cual es, se siente bien consigo mismo y en consecuencia se llevará mejor con los demás. Esto hace más fácil conversar con ellos y que nos compartan sus sentimientos y problemas. No obstante, debemos tener en cuenta que aceptar al niño no implica que lo aprobemos cuando presenta conductas negativas.
Un ejemplo de aceptación puede ser que cuando el niño tiene miedo a la oscuridad  le demos la opción de dejar una lamparilla encendida, en lugar de enojarnos con él o regañarlo.

Abriendo puertas.

Esto no es más que hacerle una invitación al niño a que nos diga más, con lo que le damos a entender que realmente lo estamos escuchando y, por lo tanto,  dándole importancia y respeto.

Escuchar con atención.

Si es posible, suspenda un momento lo que está llevando a cabo en ese momento para escuchar lo que su hijo tiene que decir. Si realmente está muy ocupado, dígale que lo hablaran más tarde (y en verdad hágalo), pero nunca finja que lo está escuchando.

“Mensajes tú”.

Con estos mensajes pueden describir los sentimientos del niño y darle la pauta de que los exprese más abiertamente:
“tú estas molesto porque perdieron el partido”
“Tú estas triste porque la abuela no vino a casa”
Cuando los niños pueden expresar libremente sus sentimientos negativos, éstos parecen desaparecer de inmediato.

Diga “haz”.

Esto significa que traten de decirles  “que hacer” en lugar de  decirles “que no hacer”. Por ejemplo, “Guarda tu suéter” en lugar de “¡No arrastres el suéter!”; “Cierra con cuidado la puerta” en vez de “¡No azotes la puerta!”.

Hable “con ellos” en lugar de hablarles “a ellos”.

Hablar “con” implica que escucharemos también lo que el niño tiene que decir, de otra forma, hablar “a” resultaría una conversación unilateral como cuando le dan alguna instrucción para que él la siga y ya.

Usando “mensajes yo”. 

Estos no son más que declaraciones de hecho acerca de  la persona que habla. A través de ellos se puede transmitir al niño creencias y sentimientos, es decir, le dicen al niño como se siente el que habla a causa de su conducta, y  le dan la pauta para responsabilizarse  de sus acciones y de hacer algo al respecto. Por ejemplo,  en lugar de decir al niño algo como “mira que desorden hiciste”, expresar algo como “en este momento necesito ayuda para recoger esto”. Sin embargo, no es recomendable usar  “mensajes yo”  para expresar enojo.

Asegúrense de que los están escuchando. 

A veces los niños se concentran mucho en sus juegos y actividades, por lo que, antes de empezar a hablarle, llámeles por su nombre y una vez que tenga la atención de los niños comience a hablarles.

Denles instrucciones sencillas y claras. 

Especialmente a los más pequeños pues se les dificulta recordar toda una serie de ordenes.

Usen un tono de voz adecuado. 

El tono de voz debe estar acorde con el mensaje que van a transmitirle a los niños, especialmente si se trata de cosas importantes. Hablen con firmeza y denle a los niños la razón de lo que están pidiéndole, por ejemplo, “Ponte el suéter, así estaremos listos para salir”

Háblenles a los ojos. 

La comunicación mejora si hay contacto visual, por lo que será necesario que se inclinen para estar al nivel de los ojos del niño. ¿Se han puesto a pensar cómo los miran sus hijos? Ellos tienen que echar la cabeza atrás para poder mirarlos a los ojos, lo que les resulta incomodo. 

Hablen con cortesía. 

Es el primer paso para que un niño aprenda a ser cortés.

Hablen con gentileza.

Con palabras amables obtendrán resultados muy positivos: los niños se comportan mejor, y tratan de poner más empeño en lo que hacen. Además, las palabras amables comunican amor y respeto. 



 
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