jueves, 30 de agosto de 2012

Fomentando la autoestima en los niños.




  ¿Qué es la autoestima?


Es el sentimiento valorativo de nuestro ser, de nuestra manera de ser, de quienes somos física, mental y espiritualmente y que forma nuestra personalidad.

Cuando tenemos una buena autoestima nos consideramos valiosos y competentes y no nos sentimos vulnerables cuando necesitamos ayuda.
A partir de los cinco años los niños comienzan a formarse un concepto de cómo los ven sus mayores (padres, maestros, etc.) y sus pares (compañeros y amigos) y por lo tanto su desarrollo está vinculado, entre otras cosas, a los valores sociales; mientras más significativa sea para él una persona, mayor valor tendrá su opinión y mayor será la influencia en la percepción que se va formando de sí mismo.


En la conformación de la autoestima influyen factores de diversos tipos, tales como los personales (la imagen corporal, las habilidades físicas e intelectuales), las personas significativas como los padres, hermanos, profesores o los amigos, y los factores sociales como los valores, la cultura, las creencias, etc. Por ejemplo, si la honestidad, la buena apariencia física y las habilidades para los deportes son bien admitidos en un grupo y el niño los posee, entonces se le facilitará una buena autoestima, aunque también es importante para él la crítica y la consideración que reciba de los adultos, sobre todo de los más cercanos a ellos.

Los padres deben estar atentos a ciertos comportamientos para saber de que manera apoyar a sus hijos.

Indicadores de una adecuada autoestima.

  • Acepta  con facilidad y se enfrenta a nuevos retos, aprendizajes y actividades.
  • Se responsabiliza de sus propios actos.
  • Confía en sí mismo y en sus capacidades.
  • Muestra una actitud cooperadora.
  • Tiene una buena autocrítica y aprende de sus errores.


Indicadores de una baja autoestima.

  • Evade tareas o actividades, ya sean físicas, intelectuales o sociales, por miedo a fracasar.
  • Miente con frecuencia y  culpa a otros.
  • No confía en sí mismo y, por lo tanto, cree que no tiene control de las situaciones que se le presentan.
  • Puede ser agresivo o excesivamente tímido.
  • Tiene baja tolerancia a la frustración.



Lo que los padres pueden hacer para fomentar la autoestima en sus hijos.


Elogie a sus niños. Hágalo de forma específica y con sinceridad, ya que de otra forma, los elogios tendrán un efecto negativo. Concéntrense en los aspectos positivos que tengan los niños más que en los negativos. Las críticas severas y el rechazo disminuyen la autoestima.

Trate a sus hijos con respeto. Los niños merecen el mismo respeto que sus padres exigen de ellos. Poner cuidado en lo que le dicen a sus hijos y en cómo lo dicen es muy importante, por ejemplo, pedir las cosas con un “por favor” y recibirlas con un “gracias”, de la misma forma que ustedes esperan que sus hijos lo hagan. 

No exija perfección. Para los niños es importante saber que sus padres los aman y aceptan tal y como son, esto les ayuda a sentirse seguros de si mismos y a desarrollar una imagen positiva. Recuerde, nadie es perfecto.

Escuche a sus hijos. Hágalos sentir que sus preguntas y opiniones también son importantes. Escuchen y respondan a sus peguntas lo más claramente posible, así mismo, reconozcan cuando no sepan la respuesta, averígüenla juntos.

Favorezcan que sus hijos tomen decisiones por sí mismos. La toma de decisiones es una habilidad muy importante que debemos poseer desde pequeños. Cuando el niños toma una decisión, es importante que los padres le exijan que la haga cumplir y que se enfrente a las consecuencias de ésta.
Algunos juegos ayudan a que los niños adquieran esta habilidad, como por ejemplo los juegos donde el niños tiene que hacer una estrategia para lograr su objetivo.

Denles responsabilidades. Las responsabilidades hacen saber a los niños que sus padres confían en ellos y en sus capacidades, además de que los hace madurar.

Fomente sus intereses y habilidades. Permitan que participen en actividades que además de divertidas sean de su interés y en las que puedan sobresalir. 

Evite la sobreprotección
Cero sobreprotección. Es cierto que ningún padre  desea ver a sus hijos fracasar, pero es muy importante que los niños aprendan  que todos fracasamos en más de una ocasión. Sobreprotegerlos, solucionarles sus problemas y quitarles todas las piedras del camino, lejos de ayudarlos, los hará inseguros, intolerantes a la frustración y dependientes de otros.

Eviten actitudes de culpabilidad.  De nada sirve inculpar a alguien por algo que ya está hecho. Es suficiente con señalarle el error y animarlo a que no lo vuelva a cometer.

No los corrijan enfrente de los demás.

No les exijan cosas que aun no es capaz de hacer. Es importante tener en cuenta la edad  del niño y el nivel de desarrollo de sus capacidades.

Encáucelos cuando se enfrente a algún obstáculo. Sólo proporcione información verbal, de esta manera evitará caer en la sobreprotección.

Motívenlos a actuar por su cuenta y a aceptar los riesgos que esto conlleva. Los niños deben aprender que los fracasos, si bien  no son positivos, tampoco son una tragedia. Lo mejor será analizar el fracaso para corregirlo en el futuro.





viernes, 24 de agosto de 2012

Rutinas y hábitos ¿Por qué son tan importantes?

El orden, las rutinas y los buenos hábitos deben ser enseñados desde los primeros años de la infancia, ya que de esta manera los niños organizan su conducta, anticipan lo que vendrá y se preparan para ello.
Para que los niños aprendan hábitos y rutinas es muy importante tener en cuenta el orden y la secuencia de las acciones que los padres desean que sus hijos aprendan.
En este sentido, cabe señalar que el orden de los factores altera el producto, ya que si no hay un orden, una misma secuencia en la rutina, el aprendizaje del niño se verá afectado. Aunque se puede ser un poco flexible en cuanto a los horarios (los cuales pueden variar un poco de acuerdo a las actividades de cada día), la secuencia de la rutina se debe mantener siempre igual, ya que de otra manera el niño puede sentirse confundido e inseguro.

 ¿Cómo aprenden los niños pequeños?

Los niños en sus primeros cinco años aprenden de manera casi involuntaria y subliminal; para cada estímulo que se les presente habrá una respuesta. Y en el caso de las rutinas es igual,  por ejemplo, cuando el niño ve que preparamos la mesa y lo mandamos a que se lave las manos, él sabe que ya es hora de la comida; si después del baño le ponemos la pijama, le estamos dando la pauta de que se prepare para dormir. Los niños aprenden esto de manera rápida ya que asocian una serie de estímulos con una respuesta, y seguir la misma secuencia le permite no solo aprender la rutina, sino  que también le permite controlar el lugar y el tiempo.


Si los padres son desorganizados y no siguen siempre el mismo orden en las rutinas, los niños se sentirán desorientados y no sabrán cuando prepararse para lo que se espera de ellos, por ejemplo, si  un día le ponemos la pijama y lo mandamos a dormir, pero al siguiente después de ponerle la pijama dejamos que el niño haga cualquier actividad que desee por un buen rato antes de mandarlos a la cama, la conducta del niño se desorganizará y con seguridad los padres se quejaran después de que tienen un hijo "desobediente".

¿Por qué se hace tanto énfasis en la adquisición de rutinas a temprana edad?


La razón es que, entre los tres y cinco años de edad, la capacidad de memoria juega un papel muy importante en el aprendizaje, pues es en éste periodo que la memoria es mucho más elevada y favorece que el niño aprenda, memorice y automatice hábitos de higiene y de estudio además de pautas de conducta, con mucha más facilidad; así, si los hábitos y rutinas están adecuadamente establecidos en los primeros cinco años de vida, el niño, cuando esté en edad escolar, podrá  ocupar su capacidad de memoria en la adquisición  de otros aprendizajes de mayor trascendencia.


La importancia del sueño.
Si tenemos presente que las emociones tienen un sustento hormonal, veremos que la sincronización hormonal repercute en el desarrollo psicológico. Un niño que tiene una adecuada estabilidad hormonal tendrá, por lo tanto, una adecuada estabilidad emocional y psicológica.
Para conseguir ésta sincronización hormonal que, a su vez, favorecerá  un buen ritmo emocional, es fundamental que el niño tenga periodos adecuados y estables de vigilia y sueño, ya que el sueño regula la sincronización  hormonal. 

Durante la primera fase de sueño (las tres primeras horas a partir de que llega la noche) aumentan las secreciones hormonales importantes, como el cortisol, la hormona del crecimiento, la melatonina, el potasio, el magnesio, entre otras. Si esta situación se ve afectada porque el niño no duerme a su hora ni las horas correctas, habrá una desincronización que afectará su estado emocional y los biorritmos psicológicos; en consecuencia, el niño  puede estar distraído, intolerante y es posible que  presente de forma alternada momentos de calma con otros de irritabilidad, por ejemplo, ante situaciones cotidianas que normalmente tomaría con calma y naturalidad,  puede reaccionar de forma alterada.

Mientras más temprano se le enseñen al niño los hábitos de orden, alimentación, higiene y sueño, más fácilmente el  niño logrará una relación consigo mismo, se adaptará  a su mundo habitual e integrará la realidad que lo rodea. 
Recuerden que los niños se adaptan con más facilidad al orden que al desorden, pues el orden les ofrece una seguridad emocional.

A medida que crecen, se deben ir ampliando sus pequeñas responsabilidades diarias, con lo que conseguiremos que se hagan más responsables e independientes: sus tareas domesticas, las tareas escolares, que aprenda a tener listo el material que va a necesitar en la escuela al día siguiente, acordarse de comunicar a sus padres los recados del profesor, etc.

El orden es la base para el sano desarrollo emocional e intelectual de los niños y si hay una adecuada estructura familiar, constancia y disciplina, los resultados serán muy positivos.





viernes, 17 de agosto de 2012

Hablando con los niños acerca de sexualidad.






No hay una edad para hablarles a los niños acerca de sexualidad, pero es recomendable hacerlo desde sus primeros años de infancia; aunque, de hecho más tarde o más temprano, sus hijos empezarán a hacer preguntas sobre sexo. 
Este tema preocupa mucho a los padres de familia y no existe una receta “mágica” para hablarles a los hijos de sexualidad ya que cada caso es distinto y cada niño hará diferentes preguntas. Lo importante es que los padres mantengan una actitud positiva ante sus hijos, mantenerse firmes, jamás inventar o mentir, no evadir la pregunta y no contestar más de lo que su hijo pregunte. Lo ideal es hablarle del tema poco a poco, es decir, en la medida en que vaya manifestando su curiosidad. Para averiguar qué grado de información tiene y cuál es el que necesita, empiecen por hacerle ustedes las preguntas (¿por qué quieres saber?, ¿Dónde escuchaste eso?, etc.) y en función de sus respuestas, te darás cuenta de lo que sabe y de lo que debes contarle para satisfacer su curiosidad.

Pueden empezar a hablar de sexualidad con su hijo desde el momento en que él comience a conocer su cuerpo y a nombrarlo, pero es muy importante que cada parte de su cuerpo tenga un nombre y no un "apodo". Si se habla de cabeza es cabeza, de mano es mano, de pene es pene, y así siempre con la finalidad de que el niño no se sienta confundido. 

De hecho, los niños comienzan a recibir los primeros mensajes de sus padres sobre sexualidad desde el momento en que nacen. Los niños aprenden a pensar y a sentir acerca de su cuerpo y su comportamiento sexual a partir de aquello que nosotros los adultos hacemos y decimos: por la manera en que los sostenemos, en que les hablamos, en que los vestimos, lo que les enseñamos (a las niñas se les enseña a ser coquetas, a ser más dóciles y cariñosas, por el contrario,  a los niños se les permite ser más rudos, "los niños no lloran ni juegan con muñecas", etc. ), las palabras para hablar sobre sus partes del cuerpo, la manera en que les transmitimos la información sobre su comportamiento y la manera en que nos comportamos delante de ellos. 


¿Cuál es el momento adecuado? 


No es necesario sentarse con el niño y “ponerlo al tanto de todo” en ese momento, si prestamos atención, podemos encontrar momentos cotidianos en nuestras vidas que pueden servir para iniciar conversaciones sobre estos temas, por ejemplo, en nuestro programa de televisión favorito puede presentar a un personaje que esté atravesando la pubertad, nuestra vecina o amiga puede estar embarazada. Esto es lo que podemos llamar “momentos útiles para la enseñanza”. 
Dediquen un tiempo a tratar de reconocer estos momentos útiles para la enseñanza que les proporcionan oportunidades para hablar de sexo y sexualidad con su hijo y piensen sobre sus propias opiniones y valores respecto de estos temas y de qué manera pueden expresarlos con claridad para que su hijo los comprenda. 
Llegado el momento, no permitan que el miedo y la inseguridad se interpongan en el camino. Traten de ser abiertos y accesibles para tratar estos temas, aunque esto puede ser todo un desafío, pero si nuestros hijos nos preguntan sobre algo que no sepamos simplemente podemos responder: “No lo sé, pero ¿por qué no lo averiguamos  juntos?”. 


Los niños tienen diferentes dudas sobre el sexo según la edad que tengan y se debe tener en cuenta, también, que su capacidad para comprender los conceptos es distinta, al igual que su atención y concentración. 
Si su hijo de cinco años le pregunta: “¿Qué significa dar a luz?”, es posible que su respuesta sea: “Cuando un bebé nace”. Si su hijo de 10 años le hace la misma pregunta, su repuesta será más detallada y probablemente comience diciendo: “Después de que un bebé crece durante nueve meses en el útero de la mujer…”.  

Es importante, también, hablar con ellos sobre nuestras creencias y valores y porqué las seguimos. Tómense su tiempo para comprender sus propios valores, sentimientos y creencias, pero nunca pretendan que sus valores son hechos reales, por ejemplo, decir “No se puede confiar en los chicos en una cita” no es un hecho real sino un juicio de valor. Esto es algo que como padres deben considerar y no contradecirse, ya que  muchos adolescentes se ven afectados por los valores de sus padres, por ejemplo, cuando los padres comparten sentimientos positivos sobre los métodos anticonceptivos, los adolescentes están más predispuestos a ser cuidadosos al iniciar su vida sexual. 

Ventajas de una adecuada educación sexual. 


  • Comprender la sexualidad ayuda a los niños a enfrentar sus sentimientos. 
  • Los ayuda a asumir el control de sus vidas y a tener relaciones afectuosas positivas. 
  • También los ayuda a protegerse contra el abuso sexual, y evita que se conviertan en abusadores sexuales. 
  • Otra ventaja de charlar con los hijos sobre sexo es aumentar la intimidad y la afectividad entre padres e hijos,  ya que esto abre caminos para que se pueda discutir en casa sobre cualquier cosa y da al niño la seguridad de que puede confiar en sus padres y ellos en él.

 En el caso de los jóvenes, estos son menos propensos a correr riesgos sexuales si tienen:

  • Una visión positiva sobre la sexualidad. 
  • Información necesaria para cuidar su salud sexual. 
  • Claridad acerca de sus propios valores y comprensión de los valores de sus familias. Autoestima y confianza en sí mismos. 
  • Habilidades en el trato con otras personas, como seguridad en sí mismos y capacidad para tomar decisiones. 
  • Una percepción de que sus acciones tienen consecuencias. 


Recuerde que sus hijos aprenden a través de la observación, de manera que la forma en que ustedes se expresan por medio de sus gestos es tan importante como lo que dice. Por ejemplo, mostrar cariño con un abrazo o un beso les demuestra que usted es una persona abierta y que valora la estrecha relación que comparten. 

lunes, 6 de agosto de 2012

De regreso a la escuela...sin temor





Al principio de un ciclo escolar muchos niños se muestran nerviosos y ansiosos de saber que ya deben ir a clases, e incluso algunos hasta se sienten enfermos la noche anterior. 
Esto se debe en parte a cierto miedo a lo desconocido, empezando por como será la  nueva maestra o maestro, los nuevos compañeros y los nuevos aprendizajes. 


Para minimizar estos temores se recomienda visitar antes la escuela y, de ser posible, conocer al nuevo maestro. Algunas escuelas realizan jornadas de presentación previo al inicio del ciclo escolar para que tanto los padres como los niños conozcan el plantel y el uso de las instalaciones.

También puede recordarle al pequeño la emoción de reencontrarse con sus amigos, de conocer nuevos compañeros y de todas las cosas nuevas que podrá aprender y hacer.


Con respecto a los más pequeños, se debe tener presente que para ellos  separarse de sus padres es un proceso que requiere tiempo, por lo que necesitarán de toda la paciencia, comprensión y confianza de sus padres.



 
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