miércoles, 25 de abril de 2012

La crisis de la adolescencia.


En una ocasión escuché decir a un profesor de bachillerato  mientras se dirigía a su salón de clases: "Es hora de lidiar con estos muchachos". Lidiar. Me hizo pensar en una corrida de toros (porque eso es lo que hace un torero, lidiar toros, batallar con ellos haciendo toda clase de suertes).
Muchos padres se preguntan que hacer con su hijo adolescente, como deben tratarlo ahora que está en una "edad difícil" y como deben superar en familia la crisis  de la adolescencia.
Para empezar, los padres no deben "lidiar" con su hijo ya que esto solo empeoraría las cosas.
Como ya mencionamos, la adolescencia involucra una serie de cambios bruscos e involuntarios en el comportamiento, la forma de pensar, las relaciones y las emociones de los muchachos , y de hecho ellos mismos se sienten mal al no poder explicarse lo que les sucede. Viven una constante presión interna de enfrentarse a experiencias nuevas que aun no domina y que solo le provocan ansiedad: el despertar sexual, la elección de carrera, las nuevas responsabilidades, la toma de decisiones, etc.
Es entonces cuando surgen los conflictos generacionales por cuestiones de educación, ideología, moral, los cuales el muchacho prefiere evitar para no enfrentarse a las interminables y desagradables explicaciones de sus padres.
¿Qué hacer?
Veamos. Los chicos tienen que vivir esta etapa de su vida que los pone nerviosos y desequilibra a sus padres, quienes a su vez se siente obligados a crear una nueva forma de relacionarse con sus hijos, situación que, en la mayoría de los casos , no tiene el éxito esperado.
Traten de darle un cambio a ciertos aspectos, empiecen por ser un poco más flexibles  en algunas restricciones, como por ejemplo, la vestimenta y el peinado, ya que cualquier comentario al respecto hará que el chico se salga de sus casillas, genere una discusión e incluso puede ser que su respuesta al respecto sea un rotundo "¡No es tu problema!" (y es posible que tenga razón).
El adolescente necesita que le reconozcan el derecho a vivir sus humores e inquietudes; él es capaz de analizarse, reponerse y darle vuelta de hoja al asunto para seguir con otra cosa.
Por supuesto que ustedes como padres tienen todo el derecho a ser tratados con respeto (y deben exigirlo así), pero es un hecho que no podrán evitar los momentos de tensión entre ustedes y sus hijo. Consciente o inconscientemente, los adolescentes piden que se les trate de forma diferente, pues solo así logrará su autonomía y aprenderá de las experiencias que le toque vivir.
¿Recuerdan su adolescencia? Pues en ese tiempo sus padres vivían la misma situación. Cuando esté  en medio de un mal momento con su adolescente no insista con eso de que "eran otros tiempos" o que usted no era tan irrespetuoso, o que usted sí hacía tal o cual cosa, etc., eso solo puede enloquecer más al muchacho. En todo caso,  espere un momento propicio para hablarle de su pasado, solo si la situación lo amerita y si usted considera que el chico aprenderá una lección con esto.
Lo que no debe olvidar jamás en medio de esa sacudida que es la adolescencia, es que la familia es el anclaje principal, y su hijo necesitan de esa estabilidad. Él quiere y necesita que sus padres sean eso, SUS PADRES, y que siempre estén ahí como tal. 
El adolescente es como un velero que zarpa a vivir sus propias experiencias, pero la familia es ese puerto al que él siempre desea volver.

domingo, 22 de abril de 2012

Tu Hijo Adolescente.

Si hay una etapa en la vida de los hijos que causa pánico a la mayoría de los padres, sin duda alguna esa es la adolescencia. 
Muchos padres se cuestionan ¿como es posible que es@ niñ@ que ayer era dócil, cariños@ y buscaba su compañía, ahora se ha convertido en alguien hurañ@, rebelde y respondón?, "¡mi hijo ya es un aborrescente!" me dijo una amiga en una ocasión mientras se quejaba amargamente de los cambios de conducta de su hijo.
Sin embargo, la adolescencia  es una etapa de la vida normal e ineludible, en la que se sufre una metamorfosis a un ritmo desigual que afecta el cuerpo, el pensamiento, las relaciones  y el humor de l@s chic@s.
Según la Organización Mundial de la Salud, "es adolescente todo individuo entre los 10 y los 19 años de edad", lo cual incluye lo que se denomina pre-adolescencia.




Etapas de la adolescencia.

Cada etapa trae sus propios cambios físicos, emocionales, psicológicos y de comportamiento. El desarrollo de los niños entre 9 y 18 años no está solamente determinado por el crecimiento y los cambios biológicos que experimenta su cuerpo, sino también por su propio temperamento y personalidad, por las expectativas puestas en ellos por los adultos con los que conviven y por las influencias (y presiones) sociales.
A continuación, daremos una visión general de las características de cada etapa:
La pre-adolescencia: desde las 9 hasta las 11 años.

Cambios físicos: Hay un crecimiento desigual de huesos, músculos y órganos que da  una apariencia de torpeza.y supone el inicio de la pubertad para la mayoría.

Fase cognitiva: Desarrolla  pensamientos lógicos y tendencia a despreciar pensamientos imaginativos de la infancia, tiene la capacidad para acumular  conocimientos y aplicar nuevos conceptos y puede haber un mayor interés para aprender habilidades de vida cotidiana como preparar alimentos o llevar a cabo reparaciones en casa.

Desarrollo moral: En general, suele ser egocéntrico, es decir, que la mayoría de las veces solo piensa en si mismo, no obstante que ya tiene conciencia y comprende ciertos conceptos, lo que es justo y la negociación. Sin embargo, su capacidad moral no siempre se ve reflejada en su comportamiento.

Concepto de sí mismo: En gran medida está  influido por las relaciones con los miembros de su familia, profesores y, cada vez más, por sus compañeros. Muchos niños tienden a imitar el estereotipo masculino. El auto-imagen de muchas niñas puede sufrir con la llegada de la pubertad.

Características Psicológicas: Hay un mayor afán de hacer planes y cumplir con objetivos, pero pueden ser muy desorganizados.

Relaciones con los padres: Existe una relación de afecto y de dependencia de ambos padres se manifiesta el  deseo de participar más en decisiones que les afecta directamente y una tendencia a discutir sobre tareas, deberes, y orden. Conflictos con hermanos.

Relaciones con los pares: Eligen amigos con mismos gustos y aficiones.  Es en  esta etapa que se forman pandillas de amig@s que pueden excluir a otros niñ@s.




Segunda etapa de la adolescencia: desde las 11 hasta las 15 años.

Cambios físicos: Llega  la pubertad, aunque con velocidad distinta dependiendo de cada adolescente. Aumento de apetito en épocas de crecimiento y necesitan dormir más. Se desarrollan  los órganos sexuales, hay cambios en la voz y posible olor corporal.

Fase cognitiva: Desarrolla  nuevas capacidades para ver las cosas en términos relativos y abstractos y para pensar. Su sentido del humor puede estar más centrado en la ironía y el sexo. Es la época de mayor conflicto con padres.

Desarrollo moral: Aunque entienden los conceptos relacionados con el orden social, a esta edad suelen cuestionar ciertos principios sociales, morales y/o éticos, a veces sobre todo los que tienen los padres.

Concepto de sí mismo: Depende de cómo aceptan los cambios que ocurren durante la pubertad. Tienden a conformarse con los estereotipos de hombre o mujer y manifiestan preocupación por la apariencia física: los problemas de peso, de la piel,  la altura, etc.

Características Psicológicas: La atención está centrada en si mism@s, no obstante les preocupa la opinión de los demás. Necesitan (y demandan) más intimidad en el hogar, por lo que requieren de su propio espacio. Sufren cambios muy fuertes de humor y pueden pasar de la tristeza absoluta a la alegría desbordada en cuestión de horas, lo cual no solo confunde a la familia, sino también al mismo adolescente al no saber la razón de estos cambios. hay una gran tendencia a olvidar todo.
Relaciones con los padres: Suele ser la etapa de mayor conflicto con los padres ya que el adolescente busca una identidad propia dentro de la familia más allá que la del niño o la niña que antes fue y busca más la compañía de sus compañeros. Rechaza a veces muestras el cariño de sus padres, aunque, en el fondo, las sigue necesitando. Crece el deseo de tomar sus propias decisiones y de rebelarse contra las limitaciones de la disciplina de los padres, de las, no obstante,  sigue necesitando.
Relaciones con los compañeros: Los cambios de la pubertad y cómo reaccionan los compañeros pueden condicionar las amistades, hay mayor tendencia a compartir confidencialidades y formar grupos de 2 a 6 amigos. Se despierta el deseo sexual y algunos empiezan ya a formar parejas. 

Tercera etapa de la adolescencia: desde las 15 hasta las 18 años.

Cambios físicos: Mayor homogeneidad entre sus compañeros porque la mayoría ya ha pasado por la pubertad y durante esta etapa llegan a su altura y peso de adulto.

Fase cognitiva: Mayor capacidad para pensar de forma abstracta e hipotética sobre el presente y el futuro. Al poder entender y compartir mejor los acontecimientos que les rodean y que ocurren más allá de su círculo social inmediato, pueden adoptar una nueva conciencia social.

Desarrollo moral: Menos egocentrismo y mayor énfasis sobre valores abstractos y principios morales. Como el desarrollo emocional y el desarrollo cognitivo no van al mismo paso, es posible que los mismos adolescentes que reivindican ciertos valores, los violan a la vez. En este sentido es una etapa algo contradictoria.

Concepto de sí mismo: Es la etapa en la que los adolescentes forman su propia identidad. Experimentan con distintos aspectos, papeles, valores, amigos, aficiones. Las jovencitas con problemas de peso pueden tener tendencia a la depresión al no encajar con los  estándares de belleza socialmente aceptados.

Características Psicológicas: Puede haber cierta vulnerabilidad ante posibles preocupaciones, depresiones y trastornos como la anorexia.

Relaciones con los padres: Conforme se van avanzando por esta última etapa de la adolescencia, suele haber menos conflictos entre hijos y padres y mayor respeto porque los hijos ya pueden ver a sus padres como individuos y comprender que sus opiniones se basan en ciertos valores y esto produce una mejoría en las relaciones familiares. Aunque siguen las discrepancias con algunos límites impuestos por los padres (como dinero, tareas en casa, hora de llegar a casa, apariencia, etc.) llegan a comprender que la existencia de estos limites les beneficiarán mucho a largo plazo.

Relaciones con los compañeros: Las amistades entre chicos y chicas empiezan a ser más frecuentes y la influencia de los amigos sigue siendo clave en el desarrollo personal de una identidad propia. Los amigos anti-sociales pueden aumentar un comportamiento antisocial en el adolescente. 

Además de los cambios fisiológicos, se producen otros cambios psicológicos, que son considerados como normales, pero que toman desprevenidos a muchos padres, y que son de suma importancia como para pasarlos por alto:
· Crisis de oposición: Se refiere a la necesidad que tienen de autoafirmarse, de formar un yo diferente al de sus padres a los que han estado estrechamente unidos hasta ahora, con necesidad de autonomía, de independencia intelectual y emocional. Por eso nuestr@ niñ@, deja de ser nuestr@, para ser de los demás, especialmente de los amig@s.

· Desarreglo emotivo: L@s chic@s tienen en ocasiones la sensibilidad a flor de piel y otras  parecen carecer de sentimientos. Es por eso que un día nuestr@ hij@ nos sorprende con un abrazo y otro día rechaza cualquier muestra de cariño. Un día sin motivo aparente se despierta dando gruñidos, simplemente porque sus hormonas posiblemente le estén jugando una mala pasada.

· Imaginación desbordada: Sueñan despiertos, y esto no es más que un mecanismo de defensa ante un mundo para el cual no están preparados aun. Es un medio de transformar la realidad imaginando un futuro prominente como estrellas del cine o del rock y creen que ellos pueden cambiar el mundo y  hacerlo mejor.
· Narcisismo:Es fácil reconocer al adolescente cuando comienza a serlo,  por las horas que le dedica al espejo. Le concede una importancia extrema a su físico: puede lamentarse por un grano en la nariz, obsesionarse por la ropa, por estar gordos o delgados. quieren estar constantemente perfectos aunque su visión de la estética no tenga nada que ver con la nuestra.
· Crisis de originalidad: que presenta dos aspectos:
a) Individual: como afirmación del yo, con gusto por la soledad, el secreto, las excentricidades en el vestir, o en su forma de hablar o de pensar. Necesita reformar, , ser distinto y especial.
b) Social: Manifiesta rebelión en cuanto a los sistemas de valores de los adultos y las ideas recibidas. Achacan al adulto  su falta de comprensión y el hecho de que atenta contra su independencia. Hay una necesidad clara de participación, el hecho de unificar su lenguaje y su vestimenta  no es más que la necesidad de afecto, de ser considerado, aprobado por el propio grupo, y que a veces lo viven de una forma obsesiva.

Sin embargo, los  sentimientos reales que acompañan a estas manifestaciones, y que son consecuencia directa de las crisis que está atravesando, son:
· Sentimiento de inseguridad: El adolescente sufre a causa de sus propios cambios físicos que no siempre van parejos con su crecimiento emocional, puesto que la pubertad, es decir la madurez física, siempre precede a la psicológica, lo que ocasiona que  se encuentren con un cuerpo de adulto, que no corresponde a su mente que ya no es de niño, pero tampoco de adulto, y por lo tanto no se reconocen, y pueden desarrollar una pobre confianza en si mismos.


· Sentimientos angustia: Esto se debe a la existencia de  una frustración continua. Por una parte le pedimos que actúe como un adulto, que sea responsable (muchas veces sin proporcionarle las herramientas para serlo) y por otra se le sigue tratando como un niño, se le limita vestir de cierta forma, o escuchar su música preferida, se le disciplina igual que cuando era un niño, etc.
Esta angustia es la manifestación de la tensión que el chico soporta y que se manifiesta por:
a) Agresividad: Se manifiesta como respuesta a dicha frustración, aunque es un mecanismo habitual. Su enojo e irritabilidad ante las exigencias paternas, los azotones de puertas, las peleas con los hermanos, etc. son ejemplos de esta agresividad que,  aunque disminuye por momentos y hasta puede llegar a periodos de calma, está siempre latente en el adolescente.

 b) Miedo al ridículo: Muy presente en la adolescencia y que puede tener manifestaciones físicas como taquicardia, trastornos gastrointestinales, etc.
c) Angustia expresada de modo indirecto: Como el miedo al examen, timidez extrema, miedo a no pertenecer a un grupo, reacción de rechazo cuando se le dan muestras de cariño, tanto en público como en privado.
d) Sentimientos de depresión: Como ya se mencionó, puede experimentar episodios de melancolía y tristeza que pueden alternarse con estados de verdadera euforia.

Debemos tener en cuenta que estas características entran dentro de la normalidad de un adolescente, aunque claro está que dentro de ciertos límites.
Si estas pautas de conducta se manifiestan de forma exagerada y observa que su hij@l adolescente está sufriendo mucho o que su comportamiento hace sufrir a los demás, si observa  que se altera toda su vida (y la de los demás) y que esos sentimientos le condicionan absolutamente, que de alguna forma le alejan en exceso de la realidad;  es un foco rojo al que debemos estar muy alertas y, de ser necesario, pedir ayuda profesional ya que puede convertirse en un cuadro patológico.


lunes, 16 de abril de 2012

Permita que los niños expresen sus sentimientos.



En más de una ocasión, todos hemos experimentado esa sensación de satisfacción cuando expresamos lo que sentimos, sin importar si es algo positivo o negativo. “Me quite un peso de encima” es la expresión que usamos después de que sobreviene ese estado de  desahogo una vez que “liberamos” lo que sentimos.
Sin embargo, cuando un niño es criado de forma autoritaria y severa y no le es permitido expresar libremente los sentimientos, estos quedan atrapados, provocando que el niño acumule en su interior, poco a poco, todas sus frustraciones al no poder manifestar dolor, enojo, miedo, tristeza, alegría, etc. y con el tiempo, dichos sentimientos se pueden convertir en odio y rencor.
Para ilustrar el tema, piensen en los sellos que se coleccionaban en una planilla, la cual, una vez que estaba llena, se canjeaba por algún objeto determinado. En nuestro caso, un sello equivale a un sentimiento desagradable que no expresamos, como el dolor o la tristeza, y que queda guardado en nuestra “planilla” interior.
Como ejemplo, supongamos que su hijo al estar jugando de pronto se tropieza y comienza a llorar por el dolor que le provoca el golpe. Si el niño es ignorado y escucha a su madre  decirle “aguántate, eso te pasa por no fijarte” , es muy probable que el niño sienta tristeza por no haber sido consolado y de esta manera surgen en él dos sentimientos negativos que no pudo desahogar: el dolor (por el golpe) y la tristeza (por no recibir consuelo). De esta forma, el niño ha agregado a su planilla dos sellos. Continuando con nuestro ejemplo, supongamos ahora que llega el padre a casa  y le pregunta al chico con gesto de desaprobación “¿Qué te pasó en la rodilla?”, si el niño intuye que su papá lo regañará en lugar de consolarlo y tal vez responda algo como “Me caí, pero no me dolió”, y si, además, no recibe la muestra de consuelo que él espera (algo muy común en nuestra sociedad, especialmente con los varoncitos porque se tiene la creencia de que "los niños no lloran") se marca otro sello en su planilla.
Y así, los sellos se irán acumulando, y una vez que la planilla se ha llenado  es momento de canjearla. En estas circunstancias, los artículos canjeables son la desconfianza, el odio, el resentimiento, el rencor, etc. El niño de nuestro ejemplo elegirá: un resentimiento hacia sus padres.

Eviten que sus niños acumulen este tipo de sellos, permítales que expresen cualquier sentimiento como el miedo, el enojo, la alegría o la tristeza, tengan presente que, cuando estos sentimientos corresponden a acontecimientos presentes, desaparecen rápidamente.
Hablen con sus hijos e indaguen si encierran algún sentimiento negativo, escúchenlos sin juzgarlos para que sientan que pueden confiar en ustedes y permita que se desahoguen para liberar uno a uno los sellos que tengan acumulados hasta que la planilla quede vacía. Sean pacientes, ya que es posible que esto deba repetirse varias veces.
Aclare lo que sea necesario sin justificar lo ocurrido para no alentar al niño a que continúe colocando sellos.

¿Qué tipo de "sellos" coleccionan ustedes en casa?

viernes, 13 de abril de 2012

Afecto y desarrollo cerebral.



Desde su nacimiento, el bebé requiere de la presencia estable y próxima de, al menos, una persona. De esta forma logrará crecer con confianza y relacionarse adecuadamente con los demás. 


Esta persona de apego, que en la mayoría de los casos es la madre, es la que proporciona al niño seguridad y confianza ante emociones como el miedo. El apego seguro, además, le permite al niño pensar en sí mismo como persona que siente y piensa, ya que este vínculo le proporciona la posibilidad de imaginar el "interior" de la mente del otro.
Sin un apego inicial seguro, los mecanismos psicológicos básicos y fundamentales para las relaciones sociales no se pueden establecer de forma sólida y, además, dejan de desarrollarse adecuadamente las bases neurológicas sobre las que se asientan  las zonas del sistema nervioso encargadas de interpretar nuestra mente y  la de los otros, es decir, lo que se conoce como empatía (que es indispensable para adaptarnos al medio que nos rodea); dichas zonas solo se desarrollan y maduran si el niño desde pequeño ha tenido al menos una figura de apego lo suficientemente estable y cercana, tanto física como afectivamente.
Hoy se sabe que las negligencias en los cuidados parentales producen alteraciones neurológicas  y neurohumorales, lo cual se debe tener muy en cuenta ya que la exposición al estrés en un cerebro en desarrollo provoca cambios en la neurona e incluso que algunos genes actúen o dejen de hacerlo.
Hay estudios que relacionan estas alteraciones neurológicas con  una mayor vulnerabilidad a los trastornos psiquiátricos graves: depresión, adicciones, psicosis, etc.
Una figura de apego es necesaria para un óptimo desarrollo afectivo, cognitivo y moral. Del afecto y el contacto físico depende que el niño crezca con la seguridad que ofrece el amor incondicional: la certeza de saber que el mundo es un lugar cálido en el que podrá compartir su ser con generosidad.
Un niño que no recibe suficiente afecto enferma de soledad y tendrá dificultades para amar.

sábado, 7 de abril de 2012

El juego.

El juego es el modo natural que tienen los niños para aprender del mundo que les rodea.
Pero aun hay más, el juego desarrolla en ellos habilidades sensoriales, psicomotrices, intelectuales, sociales y afectivas que son de suma importancia para su desarrollo armónico.
Los ratos de ocio son una buena oportunidad para pasar momentos únicos con los pequeños, y lo mejor es que, la mayoría de las veces, no es necesario salir de casa o gastar mucho dinero, basta con echar mano de algunos juguetes y otros materiales apropiados a su edad y capacidades.
He aquí algunas sugerencias:
FORMANDO PAREJAS (de 12 a 24 meses)
Para esta actividad debemos disponer de varios objetos  que se puedan emparejar con facilidad entre sí, por ejemplo,  calcetines de diferentes colores.
Coloca en el suelo (o dentro de una caja) los calcetines revueltos en un montón; escoge un calcetín y pide al niño que busque otro igual; es posible que al principio no comprenda la actividad, así que debes poner un ejemplo.
Festeja sus logros con aplausos.
Con este juego se logra: reconocimiento de colores, hábitos de orden, favorecer la atención.
¡AL ATAQUE! (de 24 a 36 meses)
Prepara junto con el niño bolas de papel del tamaño de una pelota de pimpón, tendrás que mostrarle la manera de hacerlas (unas 20 serán suficientes), una vez que estén listas, el niño se queda con la mitad de ellas y tú con la otra mitad. Ahora prepara "el campo de batalla", un par de sillas o sillones separados 3 ó 4 metros uno de otro pueden servir de "fuertes"; cada jugador se coloca atrás de su "fuerte" y comienza a lanzar bolas a su oponente, el primero que toque al otro será el ganador. Al finalizar el juego, pide al niño que te ayude a recoger las bolas de papel y a llevarlas  al cesto de basura; esto también puede ser a manera de juego tratando de "encestar" cada pelotita. 
Con este juego logramos: desarrollar la motricidad fina, ejercitar el seguimiento visual.
Ahora, echen a volar la imaginación y ¡a jugar!


viernes, 6 de abril de 2012

El vínculo familiar.

Conseguir que los niños lleguen a ser adultos sanos y felices es responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de la familia.
Aunque con frecuencia decimos que los tiempos han cambiado, la realidad es que los niños siguen teniendo las mismas necesidades que hace 100 años, y es fundamental que nos ocupemos de ellos de forma amorosa.
Criar y educar a un hijo es estar en función de ellos, tanto para satisfacer un deseo posible como para frustrar una pretensión inconveniente; tanto para acompañarlos como para permitirles avanzar solos en su propio beneficio. Es importante que tratemos  de que se sientan amados, valiosos, capaces, únicos y maravillosos, sin olvidar que los niños aprenden de lo que sus padres hacen.
El día de mañana, sus hijos serán capaces de comprender y tratar a los demás del mismo modo que hoy ustedes tratan y comprenden a los demás.

¡Bienvenidos!

Este espacio se creó con la intención de proporcionar a los padres temas de interés que favorezcan el optimo desarrollo de sus hijos.
 
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